La hora llegó.

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Se apagaron las luces del gran salón, reinó el silencio,

Solo se asoma mi temerosa respiración.

Busco con la mirada perdida en la oscuridad, alguna sombra,

Alguna señal.

Encuentro solo frío, que reparte mis miedos en dos.

Soy débil, ya no río. Doy paso al dolor.

Al salón asoma un cuerpo, vacío de piedad,

Me mira y sonríe, acabó la libertad.

Me lleva la muerte, me lleva al cajón,

Llegó mi hora, el Sol se nubló.


Dulce DesencantoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora