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Era un 2 de febrero lluvioso, el día perfecto para Jeff.
Jeff era un adolescente cuyos padres no lo apoyaban, Todo lo de Jeff, lo que hacía o decía, también sus gustos, les parecían malos.
Jeff es muy bueno en los estudios, ganó una beca para estudiar en su escuela actual, Es el promedio más alto que tiene esta escuela, pero llega a ser raro que, odie a la gente, a todos por igual, también es una persona reservada, misteriosa y sobre todo algo esquizofrenica.
Es una persona que prefiere estar encerrado en su cuarto todo el día a salir con sus padres, aunque en realidad, no hay mucha diferencia a estar solo o con sus padres, porque Jeff piensa que ellos sienten un odio inmenso hacía él, algo de lo que desde muy niño pensó, pero a él no le importaba ya que le daba igual todo.
Su vida es monótona y muy simple, muy pocas veces se le puede ver sonreír, pero llevando esa vida, ¿Quién sería feliz?
Desde pequeño a Jeff le encantaba una sola cosa en su monótona vida, el dolor, es una especie de masoquista, desde que sus padres le golpeaban de pequeño, por hacer las cosas mal desarrolló un fuerte amor hacía los golpes, tanto así que hacía cosas que le frustraban a sus padres, sólo para que lo golpearan.
Jeff era algo bizarro en ese sentido, sus gustos por el dolor físico eran insaciables, pero algo le dolió de verdad, una herida tan profunda que ni el con su amor por el dolor resistió, la herida de un corazón roto.
Era inexplicable como esto podía doler tanto, no lo entendía. Aún que no lloraba todas las noches como alguien normal, le dolía mucho, no dejaba de pensar en eso. Los buenos momentos que había pasado con aquella persona, y todo se había desmoronado para él, esto realmente sí que lo había roto.
-1 El comienzo.
-Ya no sirves, Jeff.
Muy poca luz se colaba por el ventanal de mí habitación, pero aún así logró despertarme. Me desperecé y me moví hasta el cuarto de baño, sin siquiera mirarme al espejo, no era necesario porque ya sabía que me veía como la mierda. Tomé una ducha corta, me vestí como lo hacía normalmente para mis clases y bajé con mis ''padres''.
-Buenos días –salió de mi boca, como un susurro casi inaudible.
Sus padres le respondieron lo mismo
-Buenos días hijo.
Jeff siguió su camino, sentado junto a su familia todos lo miraban, nervioso por las miradas se retiro.
Camino a la escuela Jeff, burlado por jóvenes de su edad, el no sabia que hacer, todos los días era lo mismo para Jeff, llego al punto de cortarse...Aunque esto era de su agrado, le encantaba el dolor y mas el olor a sangre.
Siempre las oculto, nadie se había enterado de que Jeff sufría... psicologicamente...