La realidad se mezcla con lo irreal.

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"La vida es cruel, muy cruel. ¿Por qué tengo que ver los recuerdos de aquel hombre?, ¿Sera realmente que soy un ser especial que puede ver más allá de sí misma?. Ya no lo sé, se preguntarán como es que lo descubrí, ¿Verdad? Cada vez que escribo, el libro me sumerge al acontecimiento como si estuviese viendo una película de mi propia vida, no obstante, no le reconozco, no sé quién es Francisco, más aún, siento que lo amo."

Los recién casados bailaban al compás de la música junto al resto de los invitados. Una vez que terminó la pieza musical, Damaris tomó de la mano a su esposo para salir de la pista de baile. Una vez alejados, Francisco la tomo por la cintura y la pegó a su cuerpo.

—¿Qué pasa Damaris... No te puedes aguantar hasta llegar al hotel?- Sonrió mientras miraba los divertidos ojos miel de su esposa.

—Que eres ridículo Pancho, nada que ver, solo quería contarte algo. – Suspiró indecisa al ver como su esposo levantaba una ceja demostrando la confusión de todo ese misterio. Sabía que tuvo que decirle antes, pero los celos hacia la relación de amistad y complicidad que tenía su esposo con una de sus mejores amigas se lo habían impedido. —Verás, es sobre la Sofí... se fue a España –hizo una pausa para poder mirar a su esposo tratando de encontrar una respuesta, y lo hizo. Francisco soltó su cintura para llevarse las manos a su rostro.

—¿Por qué?, ¿Por qué se fue?- Su ritmo cardiaco se aceleró por completo, como si su corazón en cualquier momento se le fuese a salir del pecho. Se acercó a su esposa quien no articulaba palabra. Había comenzado a llorar.

Damaris formo una sonrisa amarga. Lo sabía, su esposo amaba a su amiga, a Sofía. Siempre lo había hecho, pero entendía las razones las cuales él se había casado con ella, mas no entendía porque ella misma lo permitía, porque ella misma se autodestruía, tal vez era porque no soportaba no tener por primera vez algo que ella deseaba a sus pies. Sintió como Francisco la agarraba por los hombros fuertemente.

—Responde maldita sea – Dijo haciendo presión en los hombros de su esposa. Podía sentir su rabia correr por sus venas. No entendía que le pasaba, pero solo quería saber de Sofía, ni siquiera le importó si estaba lastimando a Damaris.

—Es lo único que te importa...- susurró mientras sus lágrimas adornaban su rostro.– ¿No entiendes?, sin ella por fin seremos feliz, sabes perfectamente que ella jamás dejó de amarte- hizo una pausa para tomar el rostro de su esposo con sus manos – pero, me preferiste a mi ...-

Francisco la empujó lejos de él para darse media vuelta para irse del lugar, necesitaba estar solo, aclarar todo aquello que estaba sintiendo... Ella era todo lo humano y puro que podía tener en sus manos, y ahora se iba así, como el aire. Sintió sonar su teléfono celular y vio con fastidio quien era. Sin esperar, apretó el botón y se trasladó al Edén.

—Viniste rápido Aym o mejor dicho Panchito- Aplaudió un hombre robusto de tez carmesí – Te tengo noticias asqueroso semi-demonio, esa niñita por la que estas sufriendo es la hija de esa asquerosa mujer y el angelito de Seimón. Debes matarla.

Francisco abrió su boca en forma de o. No podía ser cierto.

—Ella no es la hija de Seimón, me hubiera dado cuenta – Explico lo más calmado que pudo, sin embargo, sus negros y gélidos ojos observaron aquel demonio que caminaba furioso hacia él; Sin darse cuenta ya estaba todo negro delante de él, divisando unas confusas siluetas a lo lejos . Se puso de pie para poder mirar mejor aquella escena que tenía ante sus ojos. Su garganta se secó al verse a sí mismo hace diez años atrás.

" ¿Quién es ella? –preguntó el Francisco diez años más joven. Estaba molesto, su tono de voz era frío y distante.

Entiéndeme por favor, no puedo confiar en nadie más- hizo una pausa —Es mi hija... yo, yo no puedo dejar que le hagan daño por mis errores.- finalizo de decir aquella mujer de larga cabellera rubia.

No me importa esa niña, no pienso ser su papá ni mucho menos su criado –

La mujer se pació por entremedio de los sillones de cuero de color negro, como un gato enjaulado que quiere encontrar la salida.

Francisco, ella es una niña, tiene catorce años no te molestara, si yo pudiese protegerla lo haría. Pero bien sabes que el cielo se enteró que Sofía es fruto de la relación que mantuvo su padre con una simple mortal, y...-

No alcanzó a terminar porque Francisco la interrumpió con una risa burlesca.

Que no me interesa, ¿Qué te hace pensar que un semi-demonio cuidaría a tu hija?, que yo pueda sentir y vivir en la Tierra como cualquier mortal no significa que dejare mi vida por criar a una niñita que puede tener poderes sobrenaturales –.

Por si un día la encuentras, ella se llama Sofía, Sofía Riquelme."

No podía ser ella, no por favor. El piso tembló llevándolo hacia otro lugar, un lugar que conoció muy bien. Era aquel liceo de secundaria al cual llego a trabajar como profesor de música.

—¿Qué es lo que pasa?-

—Quiero hablarle sobre la situación que está pasando entre usted y mi compañera Damaris. – Su expresión era seria.

—No te importa Riquelme-

Sofía sonrió falsamente. —Te equivocas, ante todo ella es mi amiga por lo tanto me importa y escúchame bien –Dijo comenzando a caminar hacia él –si me entero que le haces daño se me va a olvidar que eres mayor que yo y te hare la vida imposible. – Sus palabras eran firmes, pero aun así retrocedió un paso al sentir la furiosa mirada de su profesor observándola.

Francisco la tomo bruscamente por él brazo y la empujo contra la dura pared de cemento —Y a mí se me olvidará que eres una chiquilla – acercó su cuerpo al de ella sin soltar su brazo. Sofía tembló. Tenía miedo, sus ojos habían cambiado de negro a rojo, eso era irreal, debía salir de allí.

—Aym, suéltame por favor... me duele. – susurro antes de desmallarse ante la atenta mirada del chico.

Francisco vio la escena en silencio. Casi no recordaba aquello, jamás pensó que ella era distinta, a pesar de que lo había llamado por su nombre demoniaco. Nuevamente todo empezó a ser confuso y se vio al frente de aquel hombre color carmesí.

—Bien, creo que estamos claro que esa jovencita es un peligro y hay que matarla– sonrió al ver la cara de horror de Francisco — Pero, puedes dejarla vivir si me das tu mitad de demonio- respondió mientras pasaba su lengua por su boca. Los semi-demonios eran más que apetecibles.

—¿Qué pasará con ella exactamente?–

Él río. —Mi querido Aym, tu vivirás como un simple humano tal y como has vivido hasta ahora, solo que no la recordarás, al igual que ella. Vivirá sin saber que alguna vez exististe. – volvió a reír. Eran tan estúpidos los humanos.

Francisco cerró los ojos en un desesperado intento de guardar a Sofía en su memoria —Acepto- y con esto sintió como una parte de su alma era desgarrada y devorada por ese demonio. Ante sus ojos solo pasaban rápidas imágenes de él junto a ella. Sofía riendo, Sofía llorando, Sofía en su cama, Sofía besándolo, Sofía desnuda, Sofía, Sofía.

Sofía tosió fuertemente al sentir una horrible opresión en su pecho. ¿De verdad había vivido todo aquello?. Mordió su labio para luego limpiar las lágrimas que manchaban su enrojecido rostro; Miró el libro y vio que ya estaba todo escrito sin ser ella consiente de que lo hacía mientras su mente se trasladaba a sus recuerdos...realmente quería recordar, pero sabía que le volverían a borrar la memoria como aquella vez. Tomó el lápiz para escribir las últimas líneas en el libro antes de irse a dormir.

"Quiero encontrarle, quiero un milagro que me ayude a encontrar aquel hombre que aún siento que le amo como la primera vez. Quiero sumergirme en la mayor agonía de amor antes que todo comience a ser una mentira otra vez" 

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Tu existenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora