Hundidos hasta el cuello

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No me gustaba nada Liaya, me miraba con esa cara de desprecio con la que me miraban siempre, esa mirada que me dedicaba cada vez que me veía me dejaba atemorizado por dentro, me sentía como un bicho raro que iba a ser condenado en cualquier momento por lo que se les diera la regalada gana. -Mira cariño...aunque quisiera ayudarte...¿qué recibo de esto además de poderme meter en graves problemas?-en eso salto Cortis frotando los dedos, un maldito interesado. -Dinero...¿quizás?...al menos para nosotros...también le podemos ayudar...si quiere que esa mujer este a sus pies...necesita de nosotros. -No me metas en esto...no me cae de lo mejor la tía Effie...pero es mi familia...y no traiciono a la familia. -No seas tan imbécil...que no tienes cabeza...ella no es nuestra tía...ella no es más que una mujer que se mete con quien se le cruce en el camino...tanto hombres como mujeres. -Óyeme bien mucha-chito...de mi di todo...pero de Effie no digas nada...delante de mi...o te dejo como trapo desgastado-dije tomándolo de su chaqueta. -¡No quiero pleitos!...no me gustaría tener que llevar a este al hospital...además...sigo esperando una respuesta. -Si...si haces esto...lo más probable es que Effie sufra por esto...y...lo más probable es que Lex también lo haga...y desee tener algún tipo de consuelo...y...-no pude terminar y con la mano en alto me sonrió. -Con el sufrimiento de Eff me conformo Haymitch...si encuentro algo te lo haré saber por teléfono...¿hecho? -Hecho.

Se ahora que hice mal al hacer ese trato con Liaya, después de todo, era una víbora de cascabel y siempre jugaba sucio.

Pasaron las semanas y cunado podía llamaba a Effie, si me contestaba ella le pedía que me dejara verla, pero ella solo decía que me rindiera y que aceptara la realidad que teníamos, si no era ella fingía haberme equivocado de número.

Quinto mes de Effie, quinto mes de vida de mi hijo, aun no conseguía pruebas hasta que llamo Cortis diciendo que siguió a Eff al medico y escucho todo, cada palabra, incluso las gravo. Me sorprendí al ver lo que decía al doctor, y al escuchar bien me di cuenta que eran gemelas, dos niñas, quizás iguales a mi o iguales a su madre, es cuestión de genética. Feliz que se parecieran a Eff, prefiero eso a que se parezcan a mi, no quisiera que saquen el mismo gusto por el alcohol, pero tampoco que saquen el genio de Effie, me tiro por un barranco.

Un día mi preciosa salio a comprar y la seguí, cuando vi que había comprado muchas cosas y estaba cargada como mula corrí por detrás y le pregunte si necesitaba ayuda, al verme se enojo, yo insistí hasta que me dejo auxiliarla. -Que odioso eres...no te sirven los castigos que te pueden dar. -Ningún castigo se compara a lo que siento cuando no te puedo ver-hizo un gesto de harta. -No te pongas así de tonto Haymitch...cuando pase algo te darás cuenta. -Con tal de que veas lo mucho que te amo...y se que tu me amas también. -¿A caso estas borracho?...sube las cosas al auto y te vas del capitolio. -No lo haré...no me iré hasta comprobar que esas niñas son mías. -¿Cómo sabes que son?...no importa...ya me doy la idea...ahora arreglo cuentas con ese bastardo.

La Historia tras la historiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora