The light in my darkness. (Jelsa)

Capítulo Único.

La noche era lóbrega, oscura tras el poco brillo que emanaba de la luna llena, oculta por las nubes negras de la madrugada. Los faroles de luz tampoco se encontraban brindando un poco de luz a la profunda oscuridad, nada se veía, nada se presenciaba, era aterrador.

Sumido en la oscuridad las cosas parecían mas tenebrosas y escalofriantes, mas aterradoras, una noche perfecta para aquél que disfrutaba el temor y el miedo por parte de las personas. Una noche perfecta para el rey de las pesadillas, el mesías de los malos sueños, una noche perfecta para Pitch Black.

Confundiéndose entre las sombras disfrutaba de los gemidos desesperados de su victima sumida en malos sueños, reía con cada lagrima saliente de los ojos cerrados y apretados, saboreando el placer de una completa desesperación provocada solamente por él.

Ya habían pasado algunos años desde su humillante derrota por parte de los guardianes, años en los que había perfeccionado técnicas, aprendiendo de sus errores, planificando nuevas estrategias, años en los que se había echo más fuerte y había encontrado muchas victimas que satisfacían sus exigencias. Entre ellas siempre estaba su favorita: Elsa Arendelle.

La reina de las nieves siempre sería su máxima fuente de poder. Desde que era pequeña siempre lo había alimentado, siendo la raíz de su culminante poder. Gracias a ella él había podido surgir de las sombras como la criatura mas aterradora de todos los tiempos.

Siempre que visitaba a la reina de Arendelle el miedo que de ella procesaba era excitante, tan estimulante y prometedor. Siempre lograba satisfacerlo y darle las fuerzas suficientes para crear si él lo deseaba miles de pesadillas más. Aunque, últimamente algo extraño estaba pasando con Elsa: sus pesadillas no parecían afectarla tanto como antes, ya no escuchaba sus alaridos y ya no congelaba su habitación como en los últimos años, ya no se agitaba lo suficiente y tampoco lo llenaba como debería. No, algo estaba provocando que Elsa ya no tuviera más miedo, o, mejor dicho alguien.

Al escuchar el sonido de la ventana abriéndose el coco tomó impulso, lanzándose debajo de la cama de la reina, ocultándose de quien recién había llegado.

La impotente figura del encapuchado entró por la ventana, cerrándola después de cruzar. Observó el cuerpo perturbado de Elsa removiéndose entre sus sabanas azules. Hizo espacio en la cama, sentándose a su lado. Acarició la cabellera platinada de ella, buscando calmarla un poco ante la pesadilla inquietante que sabia ella experimentaba. Besó su frente, propinándole el cariño y amor que su alma rogaba, logrando normalizar la agitada respiración de quien era su amada.

Los grandes ojos de Elsa se abrieron lentamente, sus orbes azules registraron el espacio con inquietud, moviéndose de un lado al otro perezosamente. Talló sus ojos, intentando adaptarse a la falta de luz que en su habitación se presentaba.

Entrecerró los ojos extrañada, observando a la impotente figura que se encontraba ahora enfrente suyo. Se enderezó en la cama, sin dejar de observar a la extraña silueta. La sombra acercó su mano a la mejilla de la chica, limpiando los restos de lagrimas y disfrutando de la suavidad de su piel. Elsa tomó valor, agarró la capucha azul de la figura y la apartó de su rostro, permitiendo ver al fin su cara.

Los ojos zafiros del sujeto miraron con diversión a Elsa, mientras una sonrisa dulce se formaba en sus labios. La reina suspiro aliviada, pasando una mano a su pecho intentando calmar los rápidos latidos de su corazón, aunque no funcionaría, él ya estaba ahí. La platinada miró con cariño al chico, sin quitar la mirada de esos ojos que tanto amaba.

—¿Otra pesadilla, Elsa? —Preguntó él con su voz ronca.

—Sabes que si, Jack.

El chico paso su mano con suavidad por todo el rostro de Elsa, contorneando en círculos sus hermosas facciones.