Capítulo dos

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Salimos directo al porche, donde se encontraba el auto de mi padre. Un hermoso Audi a3, color negro. Nos subimos. Ya dentro del auto me había dispuesto a prender la radio, para buscar algo de música, mientras mi padre encendía el motor.

 — No encontraras nada bueno a esta hora.- dijo mi padre mientras ponía el auto en marcha- Todas las mañanas lo intentas, y nunca hay nada bueno- murmuro mirándome. Tenía razón, todas las mañanas había intentado encontrar algo bueno en la radio, y nunca encontraba lo que quería.

— Lo sé. Pero ya no tengo nada más que hacer- bufé mientras recostaba mi cuerpo contra el asiento.- ¿Cuándo comienza el grupo de apoyo?- pregunté cambiando totalmente de tema.

—La próxima semana. Deberás ir cada día después de clases- dijo tomando mi mano- Si quieres asistir al instituto, ¿Verdad?- preguntó, esperanzado.

—Supongo que si.- le dije fríamente.- Después de todo, no hay más que hacer.- dije, ya realmente desanimada. No era fanática de hablar sobre las clases. Lo único que obtenía de ir a estudiar, eran los insulto de personas que siquiera me habían dicho "hola", ni por educación.

 Siempre sería así, lo tenía más que claro. Recuerdo a los 14 haber tenido un "mejor amigo", era la persona en la que más confiaba. El sabía absolutamente todo de mi, era el único al que le contaba lo que me pasaba. Hasta que un día nos peleamos y él fue directo a contarle a todo el instituto, lo que conocía de mi. Mis secretos más oscuros habían sido revelados. Y por eso tuve que cambiar de instituto, nuevamente. Recuerdo que después de eso no le había dirigido la palabra nunca más. Y es que con que cara lo miraría. Se que si un día de estos me lo volviera a encontrar por las grandes calles, lo único que me gustaría hacer, es tirarme sobre el y golpearlo. Que sintiera dolor, quizás no como el que yo sentí, pero con que lo sintiera de cualquier tipo, me conformaría.

 —Cualquier cosa que pase, me lo dirás ¿cierto?- preguntó desviando su mirada a mi por un par de segundos y sacándome  de mis pensamientos 

—Claro, pa.- aclaré. Mentía. No sé por qué razón, pero lo hacía. No quería que el sufriera, por lo menos, no por mi. Sería la peor persona, aun más de lo que soy, si el sufriera por mi culpa. Me fijé por la ventana que ya estábamos llegando. Me sorprendí, este ha sido uno de los viajes más rápidos. Y es que he venido tantas veces.

—Llegamos.- dijo mi padre, apagando el motor.

—Si quieres vas por un café. Yo podré manejar esto sola- dije fingiendo una pequeña sonrisa, mientras bajaba del auto y caminaba hasta el otro extremo.

—Solo lo haré porque no haz desayunado hoy.- dijo encendiendo el auto nuevamente.- ¿Qué quieres que te compre?.

—Con un café y un muffin con chips de chocolate, estoy bien.- dije informándole, antes de que se pusiera en marcha. 20 segundos después ya estaba fuera de mi vista. 

 Era momento. Aun no comprendía la razón por que seguía viniendo a este lugar. Supongo y era por mis padres. Camine hasta las puertas de entrada y al pasar a través de ellas, ya me encontraba frente la sala de espera. Este lugar no era muy grande, ni lujoso. Pero según todos, era "acogedor". En la sala solían tener unas cuantas sillas, hasta que decidieron re-modelar y adornar con unos cuantos divanes, muy cómodos si pudiera decir. Este era el único lugar en el que me gustaría pasar mis días. Tirada sobre aquel cómodo, y negro diván. Camine hasta el y me recosté sobre este, chocando mi espalda contra la pared. Saque el teléfono que llevaba en el bolsillo. 11:50 de la mañana, tan solo faltaban 10 minutos para mi cita. Guardé el teléfono mientras retiraba la manga de mis muñecas. Por alguna razón me ardían, y hace bastante que no lo hacían, era raro que volviera si me la pasaba refregando ese estúpido alcohol en los brazos.  Estaba acariciando mis muñecas, mientras lo hacía, pude divisar un chico. Era alto, su pelo lo llevaba peinado hacía arriba, su tes era blanca y sus ojos eran de un color miel, lindo. Fijo sus ojos en los míos, y yo sin pensarlo agache mi cabeza y cubrí mis brazos. Segundos después sentí que se había sentando en uno de los divanes frente a mi. Rato después sentía la rara sensación de que me observaran. Levante un poco la cabeza y me encontré con esos ojos miel, mirando mis brazos, lo que hizo que me sintiera nerviosa. ¿Por qué los miraba?. 

Only One More {Justin Bieber}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora