Ventanas abiertas a realidades extremas, sueños en blanco y negro que perturban lo poco que ya no hay. Lloviznas sin dueño que inundan corazónes destrozados, rompecabezas sin piezas que no se pueden armar. Vasos medio llenos que derraman su licor al vacio de la soledad.
Tristezas sin final en la vida de algún Juan Perez, que perdio el mapa de su tesoro en la lucha por la libertad. Niños que corren en la plaza de las sombras, sin juegos, sin verde, aburridos en el país de nunca jamas. Abuelas sin nietos que buscan lo que les arrebataron violentamente de sus vidas y saben perfectamente que ya no volvera.
Desiluciones de buscar en rotros ajenos, de rumbos disentidos, lo que esta en el propio. Miradas desesperantes que se cruzan en una esquina cualquiera y quedan impregnadas en la mancha de la montruosidad. Fantasias sin color que se pierden en utopias rotas, de esperanzas sin remedio, que se cansan de esperar.