Era una tarde de Mayo, no perdón, de Abril. Hacia calor, leía, era un libro de aventuras. Estaba en mi casa en el jardín, había gente haciendo mucho ruido, no me podía concentrar: que si el perro del vecino ladrando, el jardinero con las tijeras podando, dos señoras que se habían encontrado y estaban hablando en frente mía, etc...