Kimono

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Ya no abundaban las flores de los cerezos.

El sol ya no brillaba de la misma manera y la luna ya no parecía tan romántica.

El agua reflejaba un rostro pálido. Nunca aquel kimono había lucido tan bien.

Una noche más.

En el pueblo se hablaba de ella.

Todas las noches, a pies descalzos, se dirigía a la orilla del lago.

Siempre era lo mismo.

Pero esa noche, ella era particularmente hermosa. La helada le golpeaba el suave rostro y hacía que su negro cabello ondeara.

Hacía años que caminaba en kimono a aquel romántico lugar a esperarlo.

Pero él nunca llegaba.

Pero esa noche, tal vez se reencontraran.

Introdujo sus delicados pies en la congelante agua y una mueca de dolor se asomó por su rostro.

A la mañana siguiente, un niño aseguró haber visto un precioso kimono hundiéndose muy lejos de la orilla.

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N/A: Este cuento, del 2007, entró en una antología de Dunken en ese año y lo escribí en 15 minutos, porque no quería ir al taller con las manos vacías. A la coordinadora del taller le gustó mucho y lo hizo participar en el concurso :)

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