Capítulo 2

110 8 0
                                    

                  

—¿Es una broma?

El hombre sorprendido es lo único que logra decir, se le hacía difícil creer que aquel joven estuviera apuntando en su libreta algo tan estúpido como lo que le había acabado de decir.

—¿Qué?

Adrián no encontró porque el hombre que aún no sabía el nombre estaba tan sorprendido, así que rebobino unos segundos atrás para ver si realizo algo extraño.

—Oh, eso. No es un broma, suelo olvidar las cosas pronto, y lo que dices es importante así que mejor tomo nota para no olvidarlo.

El hombre no soporta más la risa y deja llevar, ríe hasta no más poder, mientras Adrián trata de verle lo gracioso a la situación para también reírse. El hombre desaparece por unos segundos, y vuelve a parecer detrás de Adrián con la mano extendida.

—Dios, te tomas todo muy en serio eh, me caíste bien, eres muy majo, mi nombre es Gabriel, mucho gusto.

—El gusto es mío.

Adrián se levanta y toma la mano de Gabriel, sonríe amablemente y a los pocos segundos se sueltan, Adrián no sabe que decir, la pequeña conexión que sintió con Gabriel al darle la mano lo deja un poco aturdido.

—Pues bien, yo vuelvo a mi puesto de trabajo, sigue con lo tuyo, al rato nos vemos.

Adrián contesta con un leve "okey" y cuando Gabriel sale de su campo de visión se sienta en la silla con la mente en blanco, se golpea ambos cachetes con sus manos para salir de este estado de "tontes" y concéntrate en su trabajo.

Enciende el computador, abre rápidamente el su correo laboral y encuentra un correo de su jefe que hace poco ha enviado. Lo abre y lee con detenimiento lo que debe hacer, abre un documento en Word y escribe una lista con el orden en que hará lo solicitado por su jefe, también prevé el tiempo que ocupara haciéndolo y determina unos lapsos para ir por alguna bebida y volver a trabajar.

Con bastante ánimo empieza a trabajar, sus dedos vuelvan sobre el teclado, sus ojos leen y releen lo que escribe, hace algunas llamadas, sigue escribiendo, vuelve a llamar, borra parte de lo escrito, retoma la idea y continúa con su trabajo.

A pesar de su planeación para realizar su trabajo, se había saltado lo más importante, el almuerzo, pero no era la primera vez que algo así le ocurría, su mala costumbre de darle importancia a las cosas pequeñas hacia que le restara esta misma a las cosas realmente importantes.

—¿Salimos a comer?

A pesar de tener los auriculares a un volumen algo alto, fue imposible no oír la voz de Rebeca sobre la música.

—¿Eh?

Aquella no era la respuesta que Rebeca esperaba, pero se percata de los auriculares cuando él se los retira y vuelve a formular la pregunta.

—Que ¿si quieres ir a comer juntos?

Adrián revisa rápidamente la hora en el ordenador y se da cuenta que es hora de almorzar, pero que no lo ha tomado en cuenta en su planeación, ni siquiera había traído almuerzo, y como veía en las manos de Rebeca, sostenían una pequeña maletita, en la que seguramente estaba el almuerzo de ella.

—Lo siento no traje almuerzo hoy.

La cara de desilusión en ese momento de Rebeca estremece el buen corazón de Adrián, pero su subconsciente manda a su lengua omitiendo la razón y la conciencia, las palabras menos indicadas para Adrián, pero necesarias para el momento.

Amor con M de MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora