El camino se me hacia lento, pesado y cada vez mis nervios aumentaban. Las calles parecían estar en mi contra y no darme valentía. Faltaba poco para llegar y el tiempo parecía jugar conmigo, tenderme una trampa para hacer que los nervios y la ansiedad se apoderaran de mi.
A unos metros ví la cafetería, me estacioné enfrente y apagué el motor, agarré mi cartera y bajé del deportivo. Entré al lugar y el aire frío me recibió al instante, un escalofrío me recorrió de pies a cabeza. Me dirigí a una de las mesas que quedaban aisladas de los demás y tome asiento. Segundos después llegó un mesero.
- ¿Quiere algo de tomar, señorita? - preguntó con carisma.
- Un capuchino por favor - respondí
- Enseguida señorita- apunto mi pedido y se dio vuelta para desaparecer detrás de la puerta de cristal.
Tome mi teléfono y me puse a ver mis redes sociales, los nervios no se iban. Después de unos minutos el mesero llegó con mi capuchino y lo colocó en la mesa.
- ¿Desea algo mas?
- Por ahora no. Gracias - el se retiro y escuché la puerta abrirse, Miguel apareció por la entrada. Me puse nerviosa y mis manos empezaron a sudar sin control, esto no estaba bien y tenia que controlarme. Me buscó con la mirada hasta que se encontró con la mía. Suspiro y se dirigió hacia mi. Tomo asiento y bajo la mirada, un silencio reinó en el lugar. Yo no sabía que decir pero él rompió el silencio tan incómodo que estaba a nuestro alrededor. Lo agradecí en sobremanera.
- Estefania...quiero que sepas que jamás pensaría que eres una simple alumna. Yo no quiero que pienses eso - el chico que me había atendido apareció para atender a Miguel - Un capuchino. Gracias - me miro nuevamente - Yo..... no se como empezar.
Bien, no era la única que estaba nerviosa. Le di un sorbo a mi capuchino, estaba delicioso y me ayudaba a quitar un poco los nervios.
No sabia que decir y lo mejor era mentir.- Miguel.... yo lo dije por puro impulso pero no es cierto, yo no siento nada por ti - era la mentira mas grande del mundo.
Yo si sentía eso que se le dice querer, y cada vez que lo tenia cerca deseaba besarlo.
- ¡Mientes! - dijo ¿molesto? - se que sientes lo mismo que yo Estefania
- ¿Y que es eso que usted dice yo debo sentir? - repuse, no se cuando había perdido el miedo, pero ya era hora de enfrentar la verdad - digame señor Swart.
- Me quieres como yo a ti. Lo sabes y tienes miedo, te conozco Estefania - me levanté de la silla sorprendida, no podía articular palabra - ¿o me equivoco? - no sabia que responder, quizás ahora debería desahogarme y decirle todo de una vez.
- ¿Y eso que? Ya no importa. Ya no nos veremos, ya no habrán miradas, ni buenos días, ni nada. Ya no habrá nada, de que vale querer si no podré hacerlo porque ya todo acabó - dije con un nudo en la garganta. Caí en el asiento y sentí mis lágrimas caer. No sabia que hacer. Había empezado a querer a alguien que era imposible pero posible a la vez.
Sentí como tomaba mi mentón y me obligaba a mirarlo. En la otra mano tomo la mía y la llevo al pecho, el estaba de cuclillas hacia mi. Limpió mis lágrimas y habló.
- Si importa Estefania. Y nos veremos porque yo te quiero en mi corazón pero también a mi lado. Cada mañana, cada tarde, cada noche. Cada minuto, cada segundo. Siempre conmigo. Y esto no a terminado, si tu dices que si, puede comenzar desde cero - Estaba totalmente en shock. No sabía que hacer, no podía creer las palabras de Miguel - Estefania por favor, sal conmigo o al menos estemos juntos pero en secreto. Yo haría lo que fuera porque aceptaras mi propuesta, sería el hombre más feliz - acarició mi mejilla y se fue acercando a mi rostro. Lo tome de su mentón y sin pensarlo lo besé, lo besé suave, con delicadeza, dulzura y miedo a la vez. Estaba consciente de que esto estaba mal pero que mas daba, era correspondida y me quería a su lado, en su vida y con él - ¿Eso es un si? - asenti con la cabeza. El respondió rápidamente a mi beso, se fue levantando sin abandonar mis labios, me tomó por la cintura e hizo que me levantara, el era alto pero con los tacones estaba un poco a su altura. Me rodeo con sus brazos por mi cintura y yo lo rodee por su cuello para profundizar el beso. Sus labios eran cálidos y se movían al compás de los míos haciendo que el beso fuera dulce y agradable. Nos separamos por la falta de aire, bajé mis manos hasta su pecho y el no abandonó mi cintura, lo miré a los ojos fijamente transmitiéndole en esa mirada que lo quería y el hizo lo mismo, entendió mi mirada y me abrazo fuerte sin querer dejarme ir.
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Vamos Por Un Café
Short StoryJamás pensé que con una invitación a un café, descubriría algo tan inexplicable y tan emocionante a la vez. Todos los derechos reservados. No se permite copia de texto, portada y nada referente a la obra.