-¡Ya están llegando!- Le gritò Andrew a su compañero mientras recargaba el rifle que portaba en sus manos; mientras el otro acababa de montar una barricada para protegerse de lo que venìa hacia ellos en ese instante.
-¡Ya no tengo balas en mi pistola siquiera!- exclamò su compañero preocupado mientras colocaba otra pila de escombros para sostener el muro que los protegìa de momento ante el inminente peligro que venìa hacia ellos.
De repente, un desgarrador aullido resonò en la distancia y Andrew divisò como media docena de muertos que se acercaban se arrojaron sobre el muro que, momentos antes habìan levantado.
Con un ràpido movimiento, les soltó una larga ràfaga de disparos que dejò tumbados a tres de ellos, y que perforò el pecho de los otros, sin provocarles daño alguno; sin embargo, el ruido que provocò fue suficiente como para atraer a cada uno de los zombies que estuvieran en los alrededores de su "refugio", sin contar que todavìa habìa tres de ellos destrozando la barricada y a Andrew solo le quedaban dos cartuchos en su arma.
-¡Bien hecho Andy!-,gritò su colega,-¡Ahora si que nos jodimos!- aunque, no estuvo mal, buen juego Andrew-comentò satisfecho su compañero despuès de una intensa partida del nuevo "Carlos Duty" que había acabado de comprar.
-¡Al menos no acabamos como los idiotas del equipo de tu amigo Dave!- comentò divertido Andrew, mientras veìa como su personaje era devorado por una horda de zombies que acababan con el muro que estaban haciendo hace unos instantes.
Despùes de un par de rondas de matanza de muertos, entró en una partida con varios jugadores de México, algunos miles de kilòmetros al sur de donde èl estaba, en Vancouver, Canadà, para ser màs exactos.
Todo iba como siempre; Andrew estaba feliz, despuès de la larga semana que habìa tenido no habìa nada como sentarse a jugar un viernes por la tarde y atiborrarse de pizza, jugar hasta la madrugada y dejar atràs los problemas, especialmente aquellos estùpidos rumores sobre un virus extraño del que la gente comentaba, y que lo tenìan bastante inquieto ùltimamente.
Es decir, no estaba asustado, ya tenìa 19 años y no estaba como para creer en esos cuentos para niños, pero, en fin, -Si algo de eso fuera cierto, ya habrìa salido en las noticias-, pensò aliviado mientras socorrìa a uno de los jugadores que habìa sido rodeado por un enorme monstruo que no lo dejaba de atacar.
Cuando la mayorìa de los jugadores ya habìan llegado a una zona segura del mapa, uno de ellos comentò un poco alterado.-Escuchen, siento salirme asì, pero creo que deberìa ayudar a papà a bloquear la puerta de la sala, en las noticias dicen que hay unos disturbios o algo asì en las afueras de la ciudad, y recomiendan quedarse aden...-.
-¿Que le pasò?- dijo uno de los jugadores, muy preocupado por lo sucedido. - Tranquilo amigo-,dijo Andrew- A lo mejor se debiò haber caìdo su señal, pero si lo que dice es cierto, en su paìs debe de estar pasando algo raro con eso de los disturbios, no creo que se haya preocupado tanto por una simple manifestaciòn-.
-Tienes razòn-, exclamò otro.- En mi tele estàn diciendo lo mismo, y dicen que hay incidentes similares en todo el mundo, y no creo que se trate de una protesta comùn siendo de tales proporciones-.
-Amigos, esto no es normal, todo mundo deberìa ir a ver qué está pasando por si acaso- comentò Andrew un poco impresionado por lo que acababa de oìr; porque, y si despùes de todo, esos rumores no fueran tan falsos...
Apagò la consola, prendiò la TV, y puso el noticiero local para ver que decìan. Una de las reporteras informaba que la frontera entre Estados unidos y México estaba siendo atacada y que el ejèrcito enviarìa refuerzos al lugar.-¿Pero què carajos està sucediendo?- pensò Andrew preocupado, y decidiò llamar inmediatamente a casa de sus abuelos, quienes vivìan en Halifax, al otro lado del paìs, el lugar donde habìa vivido desde que llegò a Canadà, del cual (por suerte) se habìa ido gracias a la beca que obtuvo para la Universidad de Vancouver hace unos años.
-Hola, habla Andrew, ¿hay alguien ahì?-,preguntò algo preocupado. -¡Hola Andy!- contestò su abuela al otro lado del telèfono.- ¿Ya viste las noticias?, deberìas tomar un vuelo para acà, tu abuelo piensa que no es seguro que tu vivas cerca de la frontera con el paìs que està siendo vìctima de esos ataques- dijo su abuela, quièn estaba bastante asustada por lo que pudiera ocurrirle a su nieto, la ùnica familia que tenìa aparte de su esposo.
-Quèdate tranquila abuela, no creo que "eso" logre llegar hasta aquì-, contestò Andrew, aliviado por oìr a su abuela a pesar de lo que estaba pasando.-Aùn asì estarè listo por si tengo que salir , e irè a recoger a Eileen del trabajo apenas termine de empacar algo para el camino; ah, y envìale saludos de mi parte al abuelo- exclamò, un poco màs tranquilo.
Agarrò su gastada mochila de excursionista y empacò algunos paquetes de frituras, un par de botellas de refresco, su encendedor y la enorme navaja multiusos que le habìa regalado su abuelo de cumpleaños; siempre le habìa parecido muy innecesaria teniendo en cuenta que nunca habìa estado en una situaciòn de supervivencia peligrosa, pero quizàs ahora le pudiera servir de algo.
Decidiò llevarse tambièn a Naiden, el amigable perro que habìa adoptado el mismo dìa que llegò a Vancouver hace ya tres años.-Si las cosas estàn tan mal como dicen, serà mejor llevarte conmigo Naiden- le dijo al animal, quièn ya estaba de por sì bastante intranquilo.
Cuando tuvo ya todo listo, cerrò con llave su departamento, bajò los tres pisos que lo separaban de la entrada y se dirigiò al estacionamiento, donde guardaba la vieja motoneta que comprò en la feria de rebajas de un depòsito de autos el mes pasado. Tenìa algunos raspones y a veces no arrancaba, pero estaba bien para ir por la ciudad de vez en cuando.
Subiò a Naiden al guacal que habìa amarrado a uno de los lados de la moto, y se puso en camino hacia el restaurante donde trabajaba su novia desde el dìa que se conocieron, estaba a solo unas calles, pero prefiriò apresurarse; a su alrededor todo el que veìa estaba preparàndose para salir de la ciudad, algunos incluso llevaban armas consigo y màscaras antigàs.
-¿Pero què diablos piensa la gente que va a pasar? es decir, esto no es el fin del mundo, pero supongo que si la gente està actuando asì es por algo y deberìa empezar a preocuparme yo tambièn- pensaba Andrew mientras doblaba la esquina donde estaba el restaurante.
Apenas llegò, entrò corriendo al lugar y le preguntò al jefe de Eileen si la habìa visto, pero èl le contestò que ella se habìa ido ya para su casa debido a lo que estaba pasando, y le recomendò hacer lo mismo si es que no se iba a ir de la ciudad.
Andrew saliò a la calle de nuevo, y se apresurò a conducir a casa de Eileen antes de que llegara la noche, a lo mejor podrìa quedarse allì con ella hasta que pasara todo.
De repente, todos los oficiales que estaban dando las indicaciones a la gente para que saliera, fueron contactados por radio y se dirigiò en su patrulla hacia la calle que conectaba con la frontera entre Vancouver y Seattle, Estados Unidos.
Varios de los civiles que estaban cerca de èsta empezaron a correr y a gritar como locos; uno de ellos sacò un revòlver y le disparò a uno de los transeùntes que se dirigìa hacia èl, pero èste siguiò caminando y se le echò encima.
La gente enloqueciò de miedo y huyò en estampida del lugar, pero no cesaban los gritos y los disparos, y aquellos que entraban por la frontera parecìan inmunes a las balas que no les dieran en el cràneo.
Uno de ellos se abalanzò sobre Andrew, pero èste sacò su navaja y lo apuñaló en el cràneo frenèticamente hasta que dejò de moverse en el suelo.
Puede que simplemente Andrew estuviese enloqueciendo, pero él estaba completamente seguro de que "eso" que yacía inerte en el suelo, no era humano. Al menos ya no.
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Crónicas de los Días Muertos
Mystery / ThrillerEste es el registro del "Día Cero"y todo lo que pasó después para Andrew, un tipo normal, en un mundo que jamás volverá a ser el mismo. En él, verá que nada es lo que parece, y que sobrevivir no es para nada como lo pintan en las películas de zombie...