Crónicas de los Días Muertos

Pelea o Muere.

Al despertar, Andrew sintió un intenso dolor en sus tobillos y muñecas, seguido por un fogonazo de luz que lo cegó por unos instantes. Cuando retiraron el foco de su cara, Andrew alcanzó a ver a unas siete u ocho personas, agrupadas alrededor de algunas lámparas de baterías que colgaba del techo, así como varias barricadas alrededor del local, hechas con estanterías y cajas.

Al ver que Andrew se movía, uno de los refugiados se acercó hasta él y lo apuntó directamente con el cañón de su arma, lo cual hizo que Andrew se fijara en la persona que lo estaba intimidando. Era un hombre bastante peculiar, tenía un uniforme del servicio de basuras roto y ensangrentado, una barba de varios meses y una gorra de camionero. En una mano portaba una pequeña lámpara de baterías y en la otra, un enorme revólver que apuntaba a su cara.

-¡Hey, chicos! vengan a ver esto, la pequeña rata despertó al fin- dijo el sujeto en tono burlón.

-¿Qué es lo que quieren de mí idiotas?¡acaso no cumplí lo que me pidieron!- gritó Andrew, enfurecido.

-Lo siento amigo, pero ese era sólo el precio de admisión- dijo otra voz al fondo.-Si quieres seguir viviendo tendrás que probarnos que no eres uno de los idiotas que trataban de atracar la tienda cuando empezó esta porquería-.

-A menos que quieras terminar junto a ellos- y señaló la pila de cadáveres amontonados en la entrada, que funcionaban como una especie de barricada.

-Créanme, si yo fuera uno de ellos, no habría llegado en moto y con mi perro-... ¡lo había olvidado por completo!-¿ donde está Naiden? por favor no le hagan nada-Suplicó Andrew.

-Tranquilo, no somos asesinos, al menos al perro no le haremos nada a menos que esté infectado - Dijo el barbudo, y señalo a Naiden, quien estaba durmiendo junto al mostrador donde estaba atado Andrew.

-Yo en cambio, empezaría a preocuparme por ti, muchacho, ¿Quién eres y qué diablos haces aquí?-Preguntó el barbudo.

Andrew se acomodó como pudo y les explicó todos y cada uno de los detalles de lo que le había pasado desde que inició "El Día Rojo", como era su vida y, sin quererlo, empezó a llorar pensando en como todo había cambiado tan rápido, de un simple viernes de flojera, a estar matando y corriendo para sobrevivir.

Después de eso, los refugiados se apiadaron de él, al darse cuenta de que decía la verdad y que, al fin y al cabo, solo trataba de seguir con vida, igual que ellos.

Después de desatarlo y revisar si estaba herido, los refugiados procedieron a presentarse y mostrarle el sitio.

Eran en total 8 personas contando a Andrew, tres de ellos eran empleados del sitio, el sujeto barbudo era del camión de basura que estaba recogiendo la basura en el lugar cuando empezó "El Día Rojo", el sujeto que estaba vigilando al fondo era un oficial de policía que traía un bolso con carabinas 7.62mm para dárselas como apoyo a sus colegas, pero cuando la situación "se fue al diablo" como el mismo dijo, tuvo que refugiarse en el mini-super.Los otros dos eran clientes que se encontraban comprando provisiones en ese momento. Andrew reconoció entre ellos a su compañero de la universidad Rhys Sweden, con quien había estudiado esa misma mañana en la universidad.

Andrew recorrió el lugar, no había cambiado mucho desde que el habia trabajado allí por última vez.

El local consistía de cuatro secciones: La bodega donde estaban los suministros, el cuarto de basuras por donde había entrado Andrew, la zona principal, protegida por barricadas y estanterías, y la oficina de gerencia donde estaban los improvisados catres para pasar la noche.

Varias horas más tarde, Andrew  estaba instalado en su puesto de guardia para la noche, y a pesar de que sólo habían pasado algunas horas, parecía que la ciudad llevara meses así, con ese olor a muerte y desolación, ya que todo lo que había en las calles eran más y más de esas cosas, ya no había lugar que estuviese a salvo, y quién sabe cuanto tiempo más podría durar el mini-super si otra horda de monstruos arremetía contra el local esa misma noche. Hasta para los zombies que andaban por la ciudad en esa fría noche, la “vida” ,ahora era a pelear o morir.