Me despierto con un pequeño rayo de luz que entra a través de mi ventana. Tengo que tocarme un par de veces la cara para darme cuenta de que estoy viva. Aunque la muerte me dé mucho asco hoy no es un buen día para vivir.
Ojalá pudiera saltarme todos los acontecimientos que ocurrirán esta misma tarde, me levanto sin ganas, y voy a la habitación de mi hermano mayor que está justo al lado de la mía. Me sorprende verlo vestido con la camisa preferida de papá, no había pensado en ello, pero si papá no vuelve, que esta claro que no va a volver, todas sus pertenencias pasarán a ser nuestras. Me duele el estómago sólo de pensar en ello.
Desde que se fue a buscar a mamá, nuestra casa está más vacía que nunca, el creía que la estaban haciendo trabajar de esclava. Y no podía permitir que le hicieran daño, así que nos dejó a Luck y a mí solos y partió en su busca.
Yo sabía que era inútil, que iban a atrapar a mi padre antes de dar con ella. ¿que clase de persona se adentra directamente en el territorio enemigo? Mi madre solía decir que por amor se puede llegar ha hacer cualquier cosa, pero yo no me lo creo, porque somos humanos y nuestro instinto de supervivencia nos limita a salvarnos a nosotros mismos.
Mi hermano me mira con esos ojos verdes tristes. Me da miedo pensar en lo mucho que se asemeja a mamá. La misma mirada, el mismo pelo castaño y la misma nariz aguileña.
Esta noche ha estado llorando, las paredes son finas y puedo oír todo lo que ocurre en su habitación desde la mía. Finjo que no me doy cuenta, sinceramente no creo que sea necesario comentar esta clase de cosas.
Ni si quiera se me ocurriría preguntarle si está bien porque es una pregunta absurda, por supuesto que no está bien.
-No tardes en vestirte, tenemos prisa- me dice secamente.