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Querida Sam,

Estoy nerviosa, mañana volveré al instituto. Seguro que entraré a clase y todos se quedarán callados y mirándome con lástima mientras me dirijo al asiento. Ojalá fuera enero ¿recuerdas lo bien que lo pasamos? Aunque costó que te dieran permiso para salir del hospital, fueron unos días geniales en casa de los abuelos. Ellos también te echan mucho de menos. Ahora, cuando voy a su casa, hay algunas veces que sin querer me llaman por tu nombre y a mí se cae el mundo encima.

He decidido que esconderé esta libreta en los libros que tengo en mi estantería, los papás nunca entran a mi habitación por lo que dudo que la encuentren.

Ayer vino a verme una chica de mi clase a la que solía considerar amiga antes de que te fueras, se llama Bonnibel pero todos la llamamos Bonni. Es la adolescente cliché que ama leer, vestir con faldas y blusas de flores y llevar gafas cada vez que empieza a echarle el ojo a un libro. Llevaba sin saber de ella casi un mes. Estuvimos en mi cuarto y me contó que no había hablado conmigo porque sus padres se lo habían prohibido con la excusa de que no era el momento para tratar con una persona en mi situación, que debía esperar por lo menos un mes.

Esto es lo que menos soporto, Sam... ¿a caso se piensan que voy a echarme a llorar solo con que alguien me dirija la palabra?

Volviendo al caso, me contó a cerca de lo de sus padres y yo tan solo asentí. Luego me contó lo que habían estado haciendo en el instituto esas dos semanas. Al parecer hay un alumno nuevo en clase, quiero conocerlo, hace mucho que no hablo con gente nueva. 

No hablamos de ti, y, a pesar de que fuiste, eres y serás lo que mas quiero en todo el mundo, me vino bien. La gente solo se me acerca para hablarme de tu enfermedad y, como dije en mi carta del otro día, me basta con un abrazo.

Bonni también me dijo que ella y yo debemos de quedar más a menudo, porque siempre solemos estar muy unidas en las clases pero que a simple vista se me nota que no la considero una amiga de verdad. 

Me hizo gracia en ese momento imaginarnos a las dos juntas caminando por la calle, tan diferentes. Ella con su melena morena recogida en un moño, su falda color crema, sus zapatos y su blusa y yo con mi pelo naranja, desordenado y rizado totalmente suelto, mi sudadera morada, mis vaqueros y mi botas negras. Que curioso ¿no?

El hecho de ver que es la única de todos que recordaba mi existencia tras estas dos semanas hace que quiera ser su amiga de verdad. Será divertido. 

Bien, el caso es que luego yo la acompañé a casa y durante el camino sí que saliste como tema principar de conversación.

—Se que tal vez te incomode hablar sobre esto—empezó a decirme rascándose la nuca—. Es decir, si no quieres comentar nada al respecto... uh...  lo entenderé.

Sam, se notaba que tenía miedo a cerca de mi reacción, la entiendo y me alegro de que no sea de las personas que piensan que con el hecho de hablarme ya voy a querer suicidarme o algo así (porque como bien he dicho antes, no soporto a estas personas. Aunque prácticamente es todo el mundo).

Yo intenté mantenerme relajada para que no pensara que su pregunta me incomodaba. Era la primera vez que hablaba cara a cara sobre ti con alguien que no fuera papá, mamá o los abuelos.

—¿Qué quieres decir?—pregunté.

—Es tan solo curiosidad.  Eh... ¿Qué es lo que sientes ahora que Samantha no está? Es decir, obvio que ha de sentirse horrible ¿no? Pero me refiero, ¿qué sensación tienes exactamente ahora mismo? —Me hubiera gustado saber por qué necesitaba mi explicación, pero me cae demasiado bien como para no habérsela dado.

—Es extraño. Nunca lo había sentido. Es como un dolor fuerte en el pecho y a la vez un vacío en el estómago. Llevo casi sin comer una semana porque esta sensación me quita el hambre. Curioso y molesto. —sonreí de lado sarcásticamente. Por un momento, vi como se arrepentía de haber preguntado, pero es que ¿qué esperaba que respondiera? Y justo cuando iba a abrir la boca para disculparse llegamos a su casa.

—Bueno, nos veremos mañana Naomi ¿no? —sonrió. 

—Sí, por desgracia mañana vuelvo a la "maravillosa" rutina. —dije haciendo comillas con los dedos.

—Bien, hasta mañana.—sonrió de nuevo y entró a su casa. Yo me quedé mirando la puerta preguntándome cómo sería vivir allí. A simple vista, parece que la vida de Bonnibel es perfecta: tiene dinero, familia, muchísimos libros, ropa preciosa y amigos. Sin embargo, mi lista se va reduciendo poco a poco, de momento solo me quedan los libros y los amigos, si es que así pueden llamarse esos imbéciles que han pasado de mí todo el mes. Qué demonios, solo me quedan los libros. Los libros y Bonnibel.

Tu querida Naomi.

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⏰ Última actualización: Jun 05, 2016 ⏰

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