Culpa

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—¡Edd! —gritaba Kevin angustiado al ver al pelinegro cerca del borde del edificio con toda la intención de saltar —¡Por favor, detente!

—¡No lo haré! —Kevin se acercó rápidamente a Edd, pero este subió al borde del edificio —¡Alejate, todo esto es tu culpa!

—¿Mi culpa?

—¡SI, SÓLO TÚ ERES EL CULPABLE DE QUE ESTÉ ASÍ! ¡POR TODAS ESAS VECES QUE ME AGREDÍAS CUANDO ÉRAMOS NIÑOS!

Kevin estaba sorprendido por las palabras del pelinegro.

Todo era verdad.

Él siempre fue un chico alegre, siempre divirtiéndose junto a sus amigos. Él era el único culpable de que Edd estuviera en esa situación.

—Espero que te sientas satisfecho por eso... —decía Edd mirándolo con odio, para después dar la vuelta y aventaste al vacío.

—¡¡¡NO!!!

La imagen de Edd cayendo del edificio pasaba por sus ojos en cámara lenta. Todo era su culpa...siempre tendrá que vivir con la culpa.

.....

—¡Señor Garells!

Un fuerte golpe en su cabeza lo hizo despertarse.

Todos en el aula le observaban riendo en voz baja mientras el profesor frente a él no le quitaba los ojos encima. Nuevamente lo golpeó en la cabeza con el libro que traía en las manos.

Solo fue un sueño...

—Por supuesto que fue un sueño, señor Garells —le contestó su profesor con desdén.

Maldita costumbre de pensar en voz alta.

—Si no está interesado en tomar mi clase, señor Garells, le sugiero que se retire de aquí.

Gruñendo enfadado, Kevin se levantó de su asiento y salió del auditorio. Atormentado, sentía que su corazón latía con fuerza por lo que acababa de soñar.

Se había sentido tan real.

Era viernes, y ya llevaba varios días sin ver a Edd. Los días posteriores al intento de suicidio del pelinegro los había pasado sumamente mal. No podía dejar de pensar sus palabras, en sus lágrimas, en su dolor...

Aun faltaban media hora para que terminara esa clase y decidió salir a tomar un poco de aire fresco. El día estaba nublado y una agradable brisa lo golpeó en la cara al abrir las puertas del edificio.

A la mitad del campus había una gran fuente con una estatua al centro y desde ahí se podían ver algunos de los edificios de las demás facultades.

Dirigió su vista hacia el sitio donde días atrás se había encontrado con Edd. Entonces se dio cuenta de algo que no se había detenido a analizar.

Edd estudiaba en su misma universidad. Era obvio, de otra forma no tendría acceso a las instalaciones del campus.

De cierta manera tomó eso como una señal. El destino había vuelto a unir de nuevo sus caminos, quizá para ayudar a Edd con sus problemas.

Fuera lo que fuera, estaba completamente dispuesto a ayudarlo.

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—¡¿Que sucede contigo, Kev? —Nathan se acercó a la mesa del cafetín donde el pelirrojo comía sin ánimos su almuerzo —Te quedas dormido a la mitad de la clase y luego no apareces en el entrenamiento.

—No me sentía con ánimos para entrenar —contestó a duras penas mientras mordía su sándwich —Por cierto, gracias por despertarme hace rato. Se nota que eres mi amigo...

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