Prólogo.

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Un nuevo día en el instituto Blake comienza, y con él el ingreso de los nuevos alumnos. Axel Boissieu entre ellos. Su confianza muchas veces se confunde con ego. Cualquiera que fuera, realmente no está preocupado en lo que a "socializar" respecta, pues su acento francés y su agraciado físico le consigue citas rápidamente, y es consiente de ello. Además, sabe hacer amigos con facilidad. Lo que si le preocupa es lo académico, pues la única materia que le gustaba y aprobaba sin tener que recurrir a otros medios, era informática. De resto le pagaba a algún nerd para que le hiciese la tarea, e incluso hasta a los profesores.

Axel sabía de sobra que el instituto Blake era muy prestigioso, y que por ningún motivo le pasarían una materia por el simple hecho de pagar. Quizá podría chantajear a algún estudiante, pero le cobrarían el doble e incluso el triple que en su anterior intituto, y no estaba dispuesto a pagar tanta cantidad de dinero. Uno de los rasgos que caracterizan a Axel es su... No digamos tacañería, pero es una persona que no le gusta dar más de lo necesario. Fue por eso que cuando conoció al que sería su primer amigo en aquel lugar, se negó rotundamente a hacer lo que el decía.

—Mira, francesito, no sé como son las cosas de donde vienes, pero aquí nos regimos por una especie de jerarquía —Le había dicho Samuel —. No es tan difícil, sólo debes llevar un chocolate todos los lunes al casillero 301.

— ¿Por qué debería hacer eso? —Le preguntó Axel confundido.

—Sino Hack3r hará lo que mejor sabe hacer —Se encogió de hombros restandole importancia. Pero Axel, como el chico terco que es, siguió indagando en el tema.

— ¿Qué ocurre con ese chico? ¿Por qué hackea las computadoras?

—Nadie sabe nada sobre el, sólo lo que te he dicho —Se limitó a responder Samuel.

—No pienso hacer nada de lo que ese chico ordene —Afirmó Axel.

— ¿Prefieres perder todos tus trabajos que llevar un simple chocolate al casillero de ese chico? —Preguntó incrédulo Samuel —Vaya que eres tacaño.

—No es por el dinero —Se defendió Axel —, no estoy acostumbrado a hacer lo que me dicen —Se encogió de hombros.

—Eres un caso perdido, chico —Samuel suspiró —. Me agradas.

Axel rió y miró a su alrededor. Lo más interesante que sus ojos captaron fue una hermosa chica rubia que reía junto a sus amigas.

— ¿Quién es ella? —Preguntó sin poder evitarlo.

— ¿La rubia? —Axel asintió distraído —Es Hanna Kalher, va en último año como nosotros.

—Es preciosa.

—Si, lo es —Admitió Samuel —. Estudié dos años con ella hasta que se cambió de sección. Es buena en todas las materias, y es tan dulce y tierna que empalaga.

Axel rió. — ¿Es de esas chicas tímidas?

—Para nada —Respondió él inmediatamente —. Es muy dulce, si, pero también es super sarcástica e impredecible. ¿Quieres que te la presente?

—Iré a presentarme yo mismo —Sonrió confiado y caminó hacia donde se encontraba Hanna, quien por cierto, aún se reía por la historia que su amiga América les había contado —. Bonjour, mademoiselle.

Hanna sonrió, siempre le había encantado el idioma francés. —Hola —Le respondió ella, y todas sus amigas también.

—Mucho gusto, me llamo Axel Boissieu —Se presentó mirando a Hanna. Sus amigas comprendieron y se retiraron discretamente.

—Soy Hanna Kalher —Ella extendió su mano para agitarla junto a la de él, pero el la tomó y le dio un delicado beso en los nudillos.

—Un plaisir, Hanna —Ambos sonrieron, sin darse cuenta de que ese era el inicio de todo.

Dulce hackerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora