3 de septiembre, 2019.
El primer día de clases, te gustara o no la institución, siempre era emocionante. Pero, lo admito, más para mi.
De acuerdo, no es que me sienta muy orgullosa de mi forma de obtener lo que quiero, el chantaje nunca es un buen medio. Pero realmente no me importó cuando di inicio a mi pequeño negocio. Es simple, me dan dulces y no borro todos los datos de mis compañeros de clase.
Lo único que puedo alegar a mi favor es que en mi hogar los dulces están terminantemente prohibidos por mi madre, quien tiene una terrible obsesión por esa regla desde que mi hermano y yo comimos dulces hasta reventar hace muchos meses, en Halloween.
Se que pude comprar dulces a escondidas e incluso sin tanta cautela, pues mi madre trabaja en el día. Pero aquí llega el momento donde admito que amo la tecnología y me siento toda una genio cuando realizo el tipo de avances que me permiten hackear una computadora desde lejos sin ayuda de nadie. Claro, la sensación se esfuma tan pronto como reparo en que estoy haciendo daño a alguien con mis acciones, pero ya no se como detenerme.
Más culpable aún me siento cuando veo a Axel sonreírme, como ahora lo hace a la distancia. Es decir, ¿Sería capaz de hacerle algo así al chico que me atrae tanto? Debería, lo he hecho a mis amigas para no levantar sospechas, el no tendría por que ser una excepción. Pero lo cierto es que desde que lo conocí hace dos semanas en los cursos de nivelación en los que fui voluntaria, no dejo de pensar en el, y no se si es algo bueno o malo.
Dejo de divagar al notar que mis amigas están diciendo algo referente al chico francés.
—Hanna lo trae loquito, no puede despegar la mirada de ella —Se burla Mare, mi mejor amiga.
—Dime que comes amiga, yo también quiero un banquete así para mi —Bromeó América, la más espontánea y atrevida del grupo, con un puchero en sus lindos labios color carmín. Reí porque era más que evidente que ella no cambiaría a su novio por nada.
—Vulgar —La acusa Lucy, la última del grupo, y mejor amiga de América.
—Así me amas, pequeña mojigata.
—Muchas veces me pregunto por que eres mi amiga.
—Pero si la adoras así —Sonreí con una ceja levantada.
—Oh no, ni creas que harás de oídos sordos al tema —Me señaló Mare con el ceño fruncido —. Ellos definitivamente están hablando de ti, no dejan de mirar hacia acá y de reírse como idiotas.
—Podrían estar hablando de cualquiera.
—Solo acepta que atrapaste al francesito y regodeate, amiga, está bien guapo —América se encogió de hombros.
—Ve a saludarlo.
—No, Mare.
—Hanna, que demonios, ¿Desde cuando te intimidan unos orangutanes con complejo de chicos?
Lucy se carcajeó al escuchar el comentario de América.
—Y por eso somos mejores amigas —Señaló con una sonrisa divertida.
—No me siento nada intimidada —Me defendí —, simplemente no quiero.
—Ve o gritaré a todos los estudiantes que tienes herpes —Amenazó Mare.
— ¡Pero no tengo herpes!
—Somos tres contra uno, ¿Quieres apostar a quien le creen? —Me retó América. Sonreí con triunfo.
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Dulce hacker
Teen FictionEl instituto Blake sólo se rige por una regla; Llevar un chocolate los lunes al casillero 301. PROHIBIDA TODO TIPO DE ADAPTACIÓN O COPIA, SEA TOTAL O PARCIAL.