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Llevaba más de 4 horas en el pueblo, cuando por fin me atreví a llamar a mi hermano. ¿qué le iba a decir? ¿cómo se lo explicaría? “ Hola, Emmett, sabes? Ya no puedo soportar a mamá, sé que no volveré a ser la de antes, pero si me quedaba un segundo más a su lado, hubiese terminado peor que ella.”

Mi vida había sufrido un grave revés hacía dos años, cuando un accidente de tráfico se llevó aquello que hacía moverse mi mundo, y a mi me dejó llena de cicatrices, por dentro y por fuera. Pasé meses entre la UCI, ingreso en planta y rehabilitación. Mi cuerpo casi había recobrado su completa funcionalidad, pero mi corazón se había quedado en la carretera, junto a él, junto a Eric. ¿por qué me salvé yo y no él? Si lo hubiesen encontrado antes que a mi… Pero su cuerpo fue hallado 5 horas después del accidente, entre unos setos, a 30 metros del coche.

Yo tardé 3 meses en saber la noticia. Las primeras semanas estuve sedada, debido a la gravedad de mis heridas. Los hierros me habían atravesado el vientre, y las piernas las tenía destrozadas.

Necesité de varias intervenciones para poder volver a caminar, pero mi  movilidad se vio reducida, en ciertos aspectos.  Cuando por fin se atrevieron a decirme lo de Eric, entré en shock y tardé varias semanas en volver a articular una palabra. Mis hermanos y mi madre pensaron que lo mejor sería llevarme a una casa de reposo. “Allí cuidarán de ti”, “ te hará bien hablar y escuchar a otras personas que han pasado por tu misma situación”

Yo no era capaz de decidir por mi, así que me llevaron a una clínica carísima, donde empecé mi rehabilitación, tanto física, como psíquica. 6 semanas más tarde, por fin reaccioné, lo hice de manera violenta, emitiendo un rugido cual animal herido. Los enfermeros corrieron hasta mi habitación, y me encontraron sentada en el suelo, semiescondida entre la cama y la pared. Sudando y con las manos cubriéndome el rostro. ¡ERIC! ¡ERIC! ¡CARIÑO, VEN CON MAMÁ!

De esto hacía casi un año, y no es que hubiera superado la muerte de mi pequeño Eric con tan sólo 5 años, pero al menos era capaz de hablar, dormir, comer, vestirme, cocinar… por mi misma.

Seguí viviendo con mi madre, pero si nuestra relación había sido difícil siempre, a raíz de la muerte de Eric, se convirtió en insufrible. Ella siempre fue de esas personas egocéntricas, que han de ser quien más sufre, quien más padece, quien se sacrifica más que nadie… Siempre el centro de todo y todos, siempre la que más… y cuando ayer me dijo, por enésima vez, que de no ser por ella, a saber que habría sido de mi y de mi hijo cuando nació… Ya no pude más

-“Mamá, no aguanto más. No pienso soportar un día más que me eches en cara las cosas. Me voy”

-” Y a dónde vas a ir? Llevas más de dos años sin trabajar, de qué vas a vivir?”

Mientras ella iba enumerando una lista de “problemas”, yo iba metiendo en una maleta las cosas más necesarias.

-”Volveré a por el resto de mis cosas y las de mi hijo, en cuanto pueda”

Salí sin decir más de la casa. Ya estaba decidido, tenía algo de dinero ahorrado, así que metí las llaves en la cerradura del coche, y aceleré sin mirar atrás.

Cuando llegué a Forks, me derrumbé y lloré durante una hora. Había reunido el valor que me faltó años atrás para salir de su control, de su vigilancia. Ahora me sentía libre y llena de miedo, pero libre.

Cuando Emmett me comunicó que no se encontraba en Forks, dudé si quedarme, pero me convenció para que me quedase en su casa hasta que volviera del congreso: -”tengo un compañero de piso, es buena gente y apenas te darás cuenta de que está allí. Se llama Edward y es profesor de matemáticas en el instituto del pueblo”. “Le llamo enseguida y le explico” “Besos Bella, cuídate, nos vemos el sábado”.

Así que me dirigí a tomar un café mientras esperaba al compañero de mi hermano. No es que me entusiasmase la idea de convivir con un extraño durante estos días, pero conociendo a mi hermano, debía ser alguien de mucha confianza, pues Emmett no es de los que dejan sus cosas a cualquiera.

Recibí un sms de Emmett “ todo solucionado. Edward llegará en 20 min a casa. Espéralo en la puerta.”. Volví al coche y deshice el camino hasta la casa de mi hermano. Subí los 5 escalones de la entrada, oyendo como un coche se acercaba a la casa, frenaba y el conductor salía del mismo. Le oí suspirar y decirme mientras subía hasta la puerta: “Hola, Alice. Bienvenida. Ya sabrás que tu hermano no está, pero no importa, te puedes quedar en su ha….”

Me giré mientras él hablaba, hasta quedar enfrente suya. Miré sus ojos verdes, que me miraban sorprendidos, con asombro, así que le respondí con sencillez:

-“No soy Alice, y creo que no nos conocemos, por lo que puedo leer en tu gesto. Soy Isabella, la hermana mayor de Emmett. Puedes llamarme Bella, y te quiero pedir disculpas, por presentarme así, de improviso.”

Sentado a las puertas de tu corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora