IV La partida

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VI La partida.

La soñadora. No hay palabras, no hay poeta, gran hidalgo, ni trazo de escritura, que describa la hermosura del brío de tus ojos, entre puertas y cerrojos descansa un secreto, admirable y muy quieto, el corazón apacible, no hay voz más audible, que la voz de tu silencio, esperaría largas vidas para ser tu aliento, que dependa tu sustento, de un amor correspondiente, del impulso apasionado, de un corazón enamorado. Vida lábil, que se resbala entre mis manos, ¿acaso han sido vanos todos estos años? Aún no sabes grato combatiente, que todos, sin distinguir cobardes o valientes, tenemos nuestra lid, mi vida es una vid que trepa por auxilio, condenada a este exilio que rechaza mi existencia, mas no llores en mi ausencia, nunca llores mi elegido, que mi alma hoy se ha erguido, batallando hasta final. Soñadora soy, mas mi alma he pactado, solo para estar a tu lado, este justo momento, ya es tiempo de que el viento se lleve este espíritu amado. Confié en el ser astral, que se mostró a mí con admirable belleza, asegurando con certeza, que viviría a tu lado, mas veo ahora que es un ser malvado, que solo ansiaba mis amores ¡Ay, hidalgo mío! A donde voy solo hay dolores, perdona a esta triste soñadora, que te amó siempre y ahora, te amará en la eternidad, rezando por tus favores.

El mensajero. ¿Qué ser pernicioso pactaría por tu alma, y aun así encontraría calma, al herir a tan frágil ángel? ¿Hallaría paz, en el cielo o en la faz, de este mundo o el que sigue, aun sabiendo que no vives y abstenerme de tu amor? ¡Vil maligno! ¡Eres digno de mi rencor, por saber que este destino, era designio de mítica voluntad, y aun así desviar con tal calamidad, los días que nos restaban! ¡No habrá descanso ni en el Seol ni en la tierra, hasta que esta disposición de guerra, sea saciada con tu deceso! Has cumplido el deseo, de esta mi soñadora, mas nunca diste hora de su triste fenecer ¡Vil maligno, predijiste este día, para acabar con la vida mía y mi espada de voluntad! ¡Conocerás porqué mis contendientes,  hoy solo son seres ausentes, por subestimar mi intrepidez! ¡Esta será la última vez, que desgracies al corazón! ¡Eres el ladrón de la pasión,  cleptómano de la esperanza! ¡Te toparás con mi venganza, por este acto de frivolidad! No desmaye tu esperanza, tú, mi soñadora, que he puesto fecha y hora, aun para luchar contra la eternidad, en mi corazón guardaré el fuego de tu amor, ángel, frágil, vida, flor, serán como segundos este frio adiós, aguarda por mí en el castillo de la eternidad, aguarda mi redención, aguarda esta, mi voluntad.

La silueta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora