De manera que me siento ridículamente aliviada al entrar ese joven. No hay nada romántico en esto, pues soy una mujer de casi cincuenta años, solterona, maestra de escuela, de pelo feo y oscuro y ojos miopes que otrora fueron bellos; y él es un muchacho de veinte años, de pelo crespo -al que no le vendría mal una caricia de las tijeras-, vestido de modo un tanto original, con chaqueta de terciopelo negro y corbata flotante color borra de vino. Sus facciones, ojos azules penetrantes, arrogantes, nariz y barbilla prominente desmienten el afeminamiento de su traje.
No es que parezca fuerte. Su piel, muy estirada sobre los rasgos pronunciados, es muy blanca.
Interrumpe en el cuarto sin llamar, se detiene y dice:- ¡Disculpe! creí que era mi cuarto. -Vuelve hacia la puerta, luego vacila y dice :
- ¿Está sola?.- Sí.
- Es... extraño, estar sola en Navidad, ¿no es cierto?, ¿puedo quedarme a conversar?
- Me gustaría que lo hiciera.
Entonces entra y se sienta junto al fuego.
- Espero que no piense que entré aquí a propósito. Creí realmente que éste era mi cuarto- explica.
- Me alegra que se equivocara. Pero usted si que es demasiado joven para estar solo en Navidad.
- No quise volver al campo a ver a mi familia. Esto hubiera atrasado mi trabajo... soy escritor.
- Ya veo. -No puedo menos que sonreír un poco. Eso explica su extraño atavío. ¡Y se toma tan en serio, este muchacho!
- Naturalmente, no debe desperdiciar ni un valioso momento para escribir. -dijo con un guiño.
- ¡No; ni un momento! Eso es lo que no comprende mi familia. No se dan cuenta de lo apremiado que estoy.
- La propia familia nunca aprecia a los artistas.
- No, no los aprecia- Concuerda conmigo, con toda seriedad.
- ¿Qué está escribiendo? -
- Poesía y un diario combinados. Los intitulé "Mis poemas y yo, por Francis Randel" .Este es mi nombre. Mi familia opina que no tiene objeto el que yo escriba, que soy demasiado joven. Pero yo no me siento joven. A veces me siento como un viejo que tuviera demasiado que hacer antes de morirse.
- Dándole vueltas y más vueltas al magín en un esfuerzo creador... -
- ¡Si! ¡Si! ¡Exacto! ¡Usted me comprende! Algún día tiene que leer mi obra. ¡Por favor,lea mi obra! ¡Lea mi obra!
La nota desesperada de su voz y su mirada temerosa me hacen decir:
- Nos estamos poniendo demasiado solemnes para el día de Navidad. Le voy a preparar un poco de café. Además tengo una tarta de ciruelas...