Elocuencia.

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ELOCUENCIA.

-El arte de hablar  de un modo eficaz para deleitar o conmover.

O, incluso, engañar.-


Lila perseguía a su madre por los corredores de la gran casona. No podía permitirlo.

—¿De verdad aceptas que mi hermano se case con una muchachita tan simple?—La señora Danisha detuvo su carrera para ver fijamente a los ojos aceitunados de la morena, quien tenía los brazos cruzados por encima de su pecho con las mejillas infladas.

  Come up to meet you
Tell you I'm sorry
You don't know how lovely you are 

Su frente se arrugó, esa niña era una inmadura.

Ya estaba cansada de esa situación. Y de la actitud prepotente de su primogénita.

Primero tuvo que soportar sus berrinches cuando anunció su divorcio con su padre biológico, luego, cuando le dijo que se casaría con un rey viudo de un país occidental. Ahora, la rabieta de ver a su hermanastro casarse.

¿Qué más quería?

—Nosotros no podemos interceder en eso, Lila—aclaró. —Tú hermano tiene la total libertad de elegir con quién casarse, es una de las pocas condiciones que impuso para poder heredar el trono.

—¡Pero, mamá...! ¡Ni siquiera es bonita! Alí se merece lo mejor.

—Pues yo veo a Rose muy simpática y amable, para tu hermano, ella es lo mejor del mundo. Ya deja de quejarte, no es mi culpa que te hayas ilusionado con tu propio hermanastro.

Lila no acostumbraba llorar ni mostrarse débil, pero su madre sabía que toco un punto doloroso. La señora Danisha se percató de ello, pues de inmediato puso cara de espanto.

—Te odio, ¿sabes? Por tu culpa nos fuimos de Italia, por tu culpa mi papá se fue. Por tu culpa, toda Francia me considera una mentirosa y, de nuevo, por tu estúpida culpa, el chico que me gustaba se volvió mi pariente. Pedías sinceridad, ¿no? Pues ahí la tienes.

El sonido hueco que produce el contacto de una mano con una mejilla resonó en los corredores. Lila, prácticamente, mató de todas las maneras posibles a su madre con la mirada. Se sujetó la mejilla, que ardía y se teñía de rojo con rapidez. Pero la pequeña víbora no se rendiría por cualquier acto vulgar de mujer despechada.

—Los golpes no solucionan tus errores—fue lo único que dijo, en un siseo corto y ronco. —Ni creas que me quedaré aquí viendo cómo Alí desperdicia su vida.

Lila se preparó a marcharse, con la frente en alto y la mano todavía en la mejilla, ya un poco hinchada. La señora Danisha suspiró, ¿en qué momento se había vuelto tan caprichosa e insufrible? ¿Por qué heredó solo las cosas malas de su padre?

20 Façons de se souvenir (20 Maneras de recordar)-Ladybug (MLB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora