Sonámbulo

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Dedicado a: aguaslm por acompañarme hasta el final

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Dedicado a: aguaslm por acompañarme hasta el final.

Sonámbulo

Persona que camina dormida

Chat Noir realizaba la habitual patrulla nocturna en la ciudad de París. Ese día, su lady le había dicho que la disculpara pero no podría acompañarlo. Él no pidió razones y le dijo que no se preocupara, a lo que ella sonrió y se perdió en la oscuridad de la noche.

La cuidad estaba demasiado tranquila ese día. El silencio era casi perfecto, a excepción del maullar de unos gatos callejeros que cantaban sus penas a la luna.

Se unió a ellos. No con maullidos auténticos, claro, pero sí con palabras. Necesitaba descargar su incertidumbre y confusión con alguien, ¿y quién mejor que la luna? Ese círculo brillante que había inspirado y consolado a miles de poetas y románticos empedernidos desde el inició de los tiempos.

Hace apenas unos días estaba seguro de que su corazón pertenecía única  y exclusivamente a su Lady, aquella  chica que le motivaba a vivir. Pese a eso, ahora no podía explicar qué sucedía con él cada que veía a Marinette.

Desde que la vio aquel día tocar el piano no podía quitársela de la mente. Enrojecía y balbuceaba cada que ella se acercaba y Nino no dejaba de burlarse de él diciendo que había caído bajo los encantos de Chloé.

Ja, claro, Chloé.

La respuesta era muy obvia, pero se negaba a admitirlo.

Simplemente le ponía nervioso, las chicas hermosas como Marinette lo ponían así.

¡Ah, pero Marinette era mucho más que hermosa! Las modelos que él había conocido en su agencia y a lo largo de su carrera no alcanzaban la belleza y dulzura que Marinette irradiaba tanto por fuera como por dentro. Cualquiera que lo viera lo daría  por perdido. Terco, como su madre, negaba aquel sentimiento que crecía con el paso de los días.

Siguió con el patrullaje, un par de ladrones que no resultaron  mayor problema se cruzaron en su camino y lo guiaron a la panadería de los Dupain Cheng. El hogar de Marinette.

Todas las luces estaban apagadas, excepto la última del edificio. La recámara de Marinette.

Chat Noir subió por la pared con agilidad hasta caer de pie en la pequeña terraza no sin antes tirar una maceta de inocentes rosas y hacer un ruido que espantaría a cualquiera. La tierra rodeó sus pies y las flores, escuálidas como fideos, formaron una mancha terrosa. Justo como en una escena de crimen.

"Pero he caído de pie" pensó con optimismo, mientras veía como la puertecilla se abría con rapidez. Upa, habría problemas.

Sus ojos se encontraron con el cielo tormentoso de su amiga. Tenía el ceño fruncido y cara de espanto, que cambió a una de reproche cuando supo quién era el invasor. Terminó de subir por la escalera de mano y cruzó los brazos sobre el pecho.

Chat tuvo que hacer un esfuerzo sobre gatuno para no ver esa zona, cubierta por una delgada playera sin mangas.

— ¡Buenas noches, princesa!—saludó entusiasmado, pero la princesa no se veía para nada contenta.

— ¡Guárdate tus saludos, Chat! ¿Qué rayos te sucede?—susurró la adolescente, desdeñosa. —¿Crees que por ser un súper héroe puedes allanar mi casa? ¡Por poco despiertas a mis padres! ¡Y me has dado un susto de muerte! ¡Gato imprudente! —reclamó,  señalándolo con el dedo.

— ¡No lo he hecho a propósito!—se defendió, susurrando de igual forma.

— ¿Ah, no? Bien, pues explícate —Chat comenzó a pensar y una sonrisa de superioridades iluminó el rostro de Marinette. — ¿Ves? No tienes excusas.

— ¡Soy sonámbulo! —Gritó de pronto, a la desesperada. —Por eso...eh... ¿Caí?

— ¿Sonámbulo? ¿Qué...? ¡Eso es muy tonto!—Comentó la parisina, riéndose. Como si todo su enojo hubiera desaparecido.

El corazón del gato negro dio un pequeño brinco.

— ¡Es verdad! Me quedé dormido en tú terraza, la noche estaba muy tranquila y pues... Caí.

— ¿Caíste? Yo creí que los gatos siempre caían de pie—dijo, con esa amplia sonrisa que solo le ponía peor.

— ¡Caí de pie!—admitió con orgullo

—Voy a fingir creerte—bromeó Marinette—y de ser así el caso, entonces ¿qué fue aquel estrépito?

—Mmm, verás...—Bajó la mirada, en dirección a sus pies y fue ahí cuando ella se percató de las flores caídas en batalla.

— ¡Has roto mi maceta de rosas!—musitó con tristeza y dejando de sonreír. Se acercó y se agachó a los pies del héroe, viendo con pesar como las lindas rosas ahora ya eran inservibles. Culpa y tristeza perforaron el pecho del gato.

—Lo siento mucho, princesa, de verdad que no era mi intención—se disculpó, ayudándola a limpiar, mientras ahora sentía un nudo en el estómago al verla tan triste. La mirada desilusionada de Marinette le rompió el corazón. —Te traeré otra.

—No es así de fácil—contestó, mientras ambos limpiaban el desorden. Por suerte, era una noche calurosa porque no habrían podido estar al aire libre en otras condiciones. —Esa maceta era especial—susurró, tan bajito que apenas pudo escuchar lo que dijo.

— ¿Por qué?

—Me la había regalado un muchacho, antes de irse de aquí—Chat la miró indignado. — ¿Qué? ¿Te sorprende que un chico se haya fijado en mí, gatito?

No, no le sorprendía. De hecho, sería coherente que todos los chicos de París se fijarán en ella. Lo que sí le sorprendía eran esos celos tan grandes que inundaron su cuerpo.

—Para nada, princesa—dijo con fingida alegría— ¡Te aseguro que puedo darte algo mejor!

—Déjalo así, Chat, ya no importa...

—No, Marinette—Sonrío de medio lado cuando sus manos se tocaron; ella enrojeció, pero no se atrevió a quitar la mano. —Prometo que recuperarás tus rosas.

—Vaya, yo no sé qué decir...—Chat soltó una carcajada alegre y Marinette sonrió de igual modo. — ¿Te gustaría pasar por un chocolate y galletas?—preguntó apenada. El gato negro no pudo estar más contento. Todo el enojo de Marinette se había evaporado, al igual que toda la tristeza de la que Chat no fue presente.

—Me encantaría, bella princesa.

20 Façons de se souvenir (20 Maneras de recordar)-Ladybug (MLB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora