— ¡Ay de ti, pequeño Lucian! Al salir de esta aldea te alejas de tu hogar, de nuestra protección. No estoy segura si podamos verte de nuevo. Entiende que los que salen nunca regresan. ¡Quédate! Nada te urge para salir de casa.
— Venerable abuela, sé cómo te sientes, no creas que salgo sin miedo, bien sé que no he visto a ninguno de los que han salido pero ¿quién me asegura que ahora no vivan en los árboles frondosos, excavado en las profundidades y hecho su hogar ahí, o quizá hasta surquen los cielos? También tengo en mente que hayan perecido... ¿Sabes? Mi deseo por verla, ¡por conocerla! Es más fuerte que mi mismo miedo.
— Querido Lucian, si tuviera tu juventud, yo misma te seguiría para protegerte, mas la vejez me abruma y temo ser un estorbo en lugar de ser de ayuda.
— No temas, abuela, aunque sea pequeño y Ella imposible, ¡aún así, quiero verla!
— Lucian, hijo querido, lleva esto contigo, era de mi esposo y mi esposo lo heredó de su bisabuelo y éste del señor del sur, justo cuando ayudaba en una campaña militar. El señor del sur era conocido por ser el más fiero, pero dos reinos se unieron para atacarlo; bien podía derrotarlos, se dice que blandía una lanza que ni tres hombres actuales podrían manejar. Acababa con una falange en minutos, empero el reino de Rabadon tenía magos, hechiceros que manejaban el arte oscura y lograron asediar su fortaleza. Lo mantuvieron encerrado por mucho tiempo y el ejército perdía la moral y algunos otros murieron. En cierta ocasión, los magos del señor lograron abrir una brecha, esto les costó cientos de vidas pero lograron sacar un ave que llevaba un mensaje de ayuda: el ave iba envuelta en una espesa nube y era tan veloz que nadie pudo notarlo. Este mensaje llegó hasta nuestra ciudadela y los hombres se revistieron con sus armaduras y espléndidas armas. Aunque eran pocos en comparación con el enemigo, la ventaja era que su magia no funcionaba en contra de nuestros guerreros. Lo único que se necesitaba era romper la formación de magos, lo cual no era nada fácil, los enemigos no dejaban penetrar ni una flecha. El bisabuelo de mi esposo era un mago experto, le abrieron pasó como pudieron y, al llegar contra los magos, se enfrentaron a bestias descomunales hasta que lograron remover a los magos del centro. Una vez hecho eso, la barrera disminuyó de poder y los magos del señor abrieron un camino por el que salieron sus guerreros locos de ira y, a la cabeza, el señor del sur con su lanza gigantesca. El bisabuelo se puso a su lado y sirvió de escudo, los magos mataron a muchos guerreros enemigos, y los enemigos a los guerreros del señor, pero él mismo seguía en pie gracias al escudo que ponía el bisabuelo. La defensa duró poco más de dos ciclos y los reinos atacantes huyeron. En recompensa, el señor del sur le dio al bisabuelo una runa para que lo protegiera. No sé mucho de la runa, sin embargo se ha dicho que, desde que llegó a la ciudadela, se han visto cosas raras. Tómalo, querido hijo, espero que no te traiga males y te proteja.
Lucian tomó la runa que permanecía vacío, pensó que la abuela se había inventado toda esa historia; al momento de colocarlo en el cuello, notó un miedo intenso que hasta se puso a llorar. La abuela se compadeció de él y dijo.
— Hijo mío, si esto te da miedo, el mundo es aún peor. Quédate aquí, no salgas, no vale la pena, ni siquiera sabemos si Ella existe.
— Por lo mismo debo salir a comprobarlo...
Se asió de la runa, temblaron sus carnes, tartamudeaba, caminó fuera, al principio tembloroso, luego con paso firme. Volteó a mirar a la anciana que la veía con tiernos ojos y le dijo.
— Amada abuela, quédate tranquila que soy yo quien elige salir y llevarse el amuleto. Regresaré con vida. Hasta pronto y muchas gracias.
La anciana asintió con lágrimas y Lucian se fue. Los otros hombres suspiraron y dijeron que no se atrevían a salir por la familia que tenían, mas en el fondo sabían que era miedo y sentían pena por Lucian: delgado, pequeño y sin mucho sentido. Se hablaron en voz baja y coincidían en que no era necesario afligirse por él, que nadie lo extrañaría.
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Las Runas Del Ángel
Adventure¿Alguna vez han sentido la necesidad de viajar? Lucian sintió lo mismo, pero no para divertirse, quiso viajar para encontrar a alguien que dicen era mítico, alguien que, según él, lo llamaba. Acompaña a Lucian, lector, y descubre a aquel ser místico...