Tenías Que Ser Tú

"Princesa"

A la mañana siguiente, me levanté a las 9 y bajé a desayunar. Se me había olvidado por completo la presencia de los nuevos inquilinos, por lo que bajé con una camisa y la ropa interior nada más. Me encontré con Harry, que estaba desayunando. Antes de que pudiese verme, me escondí. Estaba hablando con alguien por el móvil.
-Ok, luego paso a por ti, princesa. Besos.
Colgó y continuó comiendo. ¿Princesa? Esa palabra me revolvió el estómago. ¿Estaba saliendo con alguien? Bueno, era obvio. Harry es bastante guapo. Además, no es como si me importara ni nada de eso...

Suspiré profundamente y entré al comedor. Él no se dio cuenta de mi presencia porque estaba absorto con el móvil. Era un grupo de WhatsApp. Estaba hablando con... ¿Rubia sexy, Mr. Malik y Gordo culón? ¿Quiénes eran esos? A lo mejor Rubia sexy era su princesa...

Harry: Buenos días mis amores 😙
Rubia sexy: Jarri eres un gai
Rubia sexy: Pero sho te quiero igual
Gordo culón: Dais asco
Harry: Calla gordo
Mr. Malik: Aquí viene el negro que me extrañaron perras 🎅🏿

Ugh... Si esa rubia era la princesa, era un poco ruda...

Gordo culón: Acordaos que hoy a las cinco hemos quedado, ¿eh?

A las cinco... A esa hora ni papá ni Anne estarán en casa y supuestamente no podemos salir ninguno de los dos.
-Buenos días -dijo Harry cuando se dio cuenta de mi presencia.
-Buenos días.
Me senté rápidamente para que no pudiera ver como iba vestida pero se dio cuenta.
-Y luego no puedo ir yo en calzones...
-Esta es mi casa.
-Y la mía también.
Grrrr... Gruñí enojada con él. Deseaba que todo fuese una pesadilla, que Harry y Anne se fueran de casa cuanto antes.

Pasó el resto del día más o menos tranquilo. Como estaba previsto, Anne y mi padre salieron a las cuatro a visitar a unos amigos y Harry y yo nos quedamos solos en casa. Yo no dejaba de revisar la hora, únicamente para cuando fuesen las cinco, evitar la salida de mi hermanastro. Él no se dio cuenta de eso, y cuando fue la hora y vi que iba a salir, me apresuré a bajar las escaleras y a plantarme frente a la puerta.
-¿Adónde vas? -pregunté.
-¿Y a ti qué más te da?
-Papá y Anne han dicho que no podemos salir de casa.
-Yo ya tengo dieciocho, enana.
-Me da igual. No puedes dejarme sola.
Pensaba que reaccionaría molesto, pero sonrió y dijo:
-Está bien, me quedaré.
Cogió el móvil y envió un mensaje rápido antes de sentarse en el sillón. Yo no sabía aún las consecuencias de mi acto. Las sabría cuando pocos minutos después, llamaron cuatro chicos a la puerta.