La Melodía Del Corazón

Capítulo 3

"Esperanza"

Los maravillosos ojos azules de aquél hombre se posaron sobre mí, y me vi forzada a responder aún con incomodidad.

— No, no lo es, solamente somos amigos.

— ¡Oh!, muy bien. — Parecía satisfecho con mi respuesta.

— ¿Por qué la pregunta?

— Simple curiosidad.

— ¿En serio?

— No. — Rió.

— ¿Eso es para el expediente?

— Tampoco. — Parecía divertido.

— ¿Entonces?, no le veo el caso de que quiera saber sobre mi vida privada.

— Es... algo complicado. — Me guiñó, y prosiguió a revisar mis heridas. — Señorita Blace, su clavícula va mejorando, tal parece que no habrá complicaciones, y su pierna está sanando a la perfección, sus raspones responden bien, y no hay signos de infección. — Suspiré.

— Me está yendo mejor de lo que merezco.

— No diga eso, vea el lado positivo de las cosas, comenzando por que podrá salir dentro de poco.

— Esas deben ser buenas noticias para usted, ¿no? — Hablar con él aun me ponía nerviosa.

— Ni tanto, ya no tendré con quien platicar. — Me miró como lo hacía desde que lo conocí, tan dulce, tan sincero, tan... profundo, y me estremecí.

— Seguramente tiene muchos pacientes que atender, así que yo no me preocuparía por eso.

— Usted tiene razón, pacientes no me faltan, pero interés sí.

¿Acaso está coqueteando conmigo? — Pensé.

— Pues, eso no es muy lógico, ¿no se supone que los doctores deben ser empáticos con todos sus pacientes?, ¿acaso no le importa lo que sienten?. — Lo estaba desafiando, y aunque sabía que no diría lo que yo quería escuchar, lo hacía para poder seguir oyendo su voz.

— Claro que me importan mis pacientes, la prueba está en que siempre hago todo lo que está a mi alcance para que se encuentren bien, aunque para serle sincero, — Me miró. — hay algunos que me intrigan más que otros.

Desvié la mirada a la ventana, sus ojos me ponían los pelos de punta, me hacían temblar como un pez fuera del agua, era inexplicable lo que me hacía sentir, lo nerviosa que me ponía hablar con él, y más cuando hacía comentarios fuera de lo común que no lograba entender.

— Vaya... eso sí que es nueva información para mi. — Dije. — espero no formar parte de aquellas personas, ya que no me gusta hablar sobre mi vida.

— Lamento decirle que es así, su nombre es el primero en mi lista.

— ¿Tiene una?

— A partir de ahora, si, y usted es la única integrante.

— Eso no me lo esperaba.

— Ya lo veo; hay mucho que le falta saber de mí, tanto como yo de usted, tal vez pueda darse una idea, pero no hay nada mejor que convivir con las personas para conocerlas en su totalidad, o al menos intentarlo.

— Supongo...

— No está segura, ¿cierto?.

— Mas bien, diría que yo, no soy segura.