alguien en la puerta

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Estaba yo una noche en el departamento luego de una agotadora tarde en la universidad. Como todos los viernes, mis padres salían a tener un día para ellos solos y mi hermano se encontraba con su novia en la casa de ella, y la hermana mejor debía quedarse cuidando la casa... perfecto.

Me encontraba encerrada en mi habitación escuchando música lenta para poder dormir un poco, y todo me parecía tan tranquilo que se me hacía fácil perderme en un profundo sueño, pero tres golpes en lar puerta provocaron que mi tranquilidad se viera bruscamente interrumpida. Tomé mi teléfono y salían las 02:00 am y pensaba que era mi madre, por lo que me levante con la pijama y caminando hacia el living.

A medida que caminaba hacia la puerta en medio de la oscuridad de la noche y con la escasa luz de la luna filtrándose por la ventana, nuevamente se escucharon los tres bruscos golpes, pero mamá nunca tocaría de esa forma, por lo que me acerque al ojo de pez en la puerta para averiguar de quien se trataba. 

Lo único que divisaba era un sombrero oscuro que con suerte se asomaba y se podía ver. Mi piel se erizo al sentir nuevamente los tres golpes y una voz chillona decir:

- Ya po, ábreme la puerta

Era una voz aguda, muy fingida para serlo realmente. Estaba aterrada, y todas las películas de terror que había visto últimamente se me vinieron a la cabeza.

- Ábreme la puerta, ya po 

De nuevo los tres golpes se escucharon, y al verme totalmente desesperada, la manilla comenzó a girarse inútilmente ya que la puerta estaba cerrada con llaves por dentro, y corriendo hacia mi cama para buscar el teléfono y sentir otra vez esos tres golpes que se hacían mas fuertes, el extraño nuevamente grito:

- Ábreme, por favor... ábreme

Encendiendo el teléfono, grite sacando voz firme intentando que mi temor no fuera tan notorio:

- ¡ándate! ¡o juro que llamare a la policía!

Esta vez ya no eran golpes en la puerta, si no reales patadas que se oían cada vez mas fuertes, al igual que su tono de voz que comenzaba a notarse enojada:

- ¡ábreme la puerta! ¡ábreme!

Al ver que los golpes y la insistencia del extraño hombre no se iban a detener, me senté en el frío cuero del sofá sintiendo una y otra vez los golpes en la puerta que no paraban, y no pararon durante al menos diez minutos, diez minutos que me tenían realmente aterrada, diez minutos que jamás olvidare y una de las noches mas terroríficas de mi vida, hasta el día de hoy.

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