El fuerte sol de Julio hacía que las personas se sintieran holgazanas e irritables; el asfalto se pegaba a las suelas de los zapatos y la mejor manera de salir a la calle era con un buen bloqueador y ropas frescas.
—Sooyeonnie, despierta. Vamos de excursión. —Y luego sentí un peso encima de mí, así que sólo atiné a lanzar un golpe a la nada.
—Basta Taehyung, es mi primer día de vacaciones y quiero dormir. —Abrí los ojos para observar como me miraba expectante.
—Vamos pequeña gruñona, será divertido.
—Mamá no me dejará. —Me excusé.
—Claro que sí, ¿acaso dudas de mi poder de persuasión? —Preguntó haciéndose el ofendido.
—Sí.
—Bueno, está bien, tienes razón. Pero Namjoon va.
—¿No hay manera de que me salve de esta, cierto? —Me resigné mientras lanzaba las sábanas mojadas por el sudor al suelo.
—Te esperamos abajo. —Sonrió y guiñó un ojo, o al menos lo intentó, antes de desaparecer por la puerta.
Me levanté con pereza y arrastré mis pies hacia el armario. Había armado las maletas anoche con todo lo necesario; Botiquín de primeros auxilios, bloqueador, ropa, traje de baño, toalla, cosas de aseo personal, abrigo y merienda. Oh Sooyeon, pareces una abuela. Iríamos de campamento por una semana, justo a la parte boscosa de Daegu. Era mi primer verano aquí, había vivido con mis padres y mi hermano en Ilsan hasta el año pasado, donde nos mudamos aquí y ahora vivimos nosotros más el hermano de papá, su esposa y mi primo, que no es ni más ni menos que el pequeño Taehyungie, aunque odia que lo llame así.
Ventajas: Vivimos en una casa mucho más grande.
Desventajas: No terminaría jamás.
Pero sin embargo me gustaba. La última vez que acampé aquí me faltaban dos dientes, no pesaba ni treinta kilos y solían llamarnos "el trío Kim Boom'' creo que se imaginarán por que el Boom, así hacía todo a lo que nos acercábamos. Namjoon era la mente maestra, Taehyung el arriesgado y yo la veloz. Lástima que ahora sea peor que una babosa.
Dejé mi cabello suelto, aunque sabía que en unas horas parecería que tomaba vida propia, dejé los lentes sobre el puente de mi nariz y bajé las escaleras hasta ver a los chicos haciendo estragos en la sala.
—Jimin, ese es mi cereal. —Exclamé, mientras él sólo se encogía de hombros de lo más pancho.
—Y me lo estoy comiendo.
Idiota.
Y por si no ha quedado claro aún, los amigos de mi hermano son mis amigos. No soy mucho de socializar con chicas, suelen huirle a mi extravagante personalidad, así que básicamente estoy atrapada con seis idiotas de por vida.
E incluso podría hacerle una ficha a cada uno de ellos.
Seokjin es la madre del grupo, siempre tiene todo lo que nos hace falta y es ese amigo que podría hacerse pasar por tu abuela y te recordará que no llevas abrigo. Su comida rivaliza con la de tu mamá real y es adicto a Mario Bros, jamás entres a su habitación si no quieres salir perturbado, eso y el rosa no es una buena combinación. Es el mayor del grupo y no te atrevas a decirle que eres más bonita que él.
Namjoon es la persona que sueles envidiar en el colegio, porque puede pasar la clase entera discutiendo con Seokjin sobre por que no podría comerse más de cinco rebanadas de pizza y aún así tener sólo dieces durante toda su vida escolar. Ama el rap y baila de horror, le dicen Rap Monster y no Dance Monster por una razón. Tiene una habilidad especial para destruir cosas, jamás comas una banana si te está observando.
Cuando vez a Hoseok podrías pensar que incluso sonríe cuando va al baño. Si necesitas que alguien anime un funeral, llámalo. Le gusta que le digas J-Hope, pero si le dices J-Horse podrás comprobar lo aterrador que luce alguien mientras te patea sonriendo. Por tu bien, jamás le des café y si tienes resaca sólo aléjate. Baila como los dioses, si es que los dioses bailaran, claro.
Jimin tiene estatura de niño en plena pubertad, cara de bebé y abdominales de estrella porno. Tiene más flexibilidad que la niña del exorcista, podría poner el pie en su cabeza mientras hace tarea y se toma una malteada. Ama los abrazos y cuando sonríe parece estar ciego. Es el fan número uno de Jungkook. El vecino que se adueña de tu casa como si fuera suya.
Taehyung es Taehyung, el tipo de persona que cree que V podría ser un apodo genial porque sólo tiene una letra. Un segundo puede estar riendo por un chiste muy malo y al otro estar contemplando una mosca, peor que una niña en su período. Su cara te grita "tierno" y su voz te grita "corre". Quiere tener doce hijos y cuatro mascotas, a pesar de que probablemente sea más alto que tú, sentirás que debes protegerlo de todo.
Jungkook jamás saldría con alguien a quien no le gustara G-Dragon. Es el pequeño del grupo y el hermano de distinto padre de Jin. Cuando sonríe su rostro se asimila a un roedor lo que causa que trate de ser un chico malo pero en el proceso termine como un hámster malhumorado. Hace muchas cosas, y todo lo hace bien, excepto hablar con chicas. Por algo lo llaman Golden Maknae.
—Yeonnie, él es Yoongi. E irá con nosotros. —Lo señaló Namjoon sonriendo mientras un hoyuelo idéntico al mío se abría paso en el lado derecho de su rostro y el chico se inclinaba un poco.
—Oh, hola. Yo soy Sooyeon, por favor cuida de mí. —Respondí mientras hacía una pequeña reverencia.
Claro que sabía quien era Min Yoongi, todos lo sabían. Era mi primer año en la secundaria pública de Daegu, y de lo único que se hablaba era de que la segunda semana de clases un chico del aula de Namjoon había abandonado la escuela, el año de su graduación. Era famoso. Sabía que era su amigo, y que por alguna extraña razón a mis padres les caía bien a pesar de todo, pero jamás lo había traído a casa cuando yo estaba presente así que sólo lo conocía por nombre y boca de otras personas. Y podía decir que me lo había imaginado más rudo, alto e imponente. No un delgado y pálido chico con expresión neutra que daba más ternura que miedo.
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Hola holaa, esta es la primera historia que publico acerca de los chicos y pues, se aceptan críticas constructivas. Espero que les agrade, denle amor y sin más nada que decir.. Gracias por leer.
Se despide, Yuki.
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save me ➸ min yoongi
RomanceMin Yoongi dejó la escuela el día que descubrió que no merecía la pena hacer nada puesto que nada tenía sentido. Los demás nos quedamos. Y a pesar de que el resto se apresuró a borrar toda huella de él, tanto en la clase como en nuestras mentes, alg...