DESPERTANDO EN UN INFIERNO ALBINO

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Un pétalo color cielo callo en mi frente y al tacto sentí la pequeña vida que traía con él. Recupere la conciencia de la cual me percate que había perdido, entorpecido abrí los ojos y no había luz que me golpeara como estoy acostumbrado. Mi cuerpo se percató como la alarma de un termostato de que esta temperatura no era normal, era un infierno -frió, pálido, un infernó albino para esquimales- me abrace para aprovechar el calor de mi cuerpo. Aun traía conmigo mis pertenecías habituales, una billetera con diez dólares y medio centavo, lo necesario para regresar a lo que llamo casa -aunque nadie me espera en el para llamarlo hogar-, una tarjeta de presentación  que alguna vez alguien me entrego por cortesía, una identificación con mi nombre, una carta del banco Mandándome al carajo con palabras que solo ellos saben usar, un papel con el número telefónico de una hermosa morena que conocí en un bar que frecuento para olvidar cosas; como: revisar el papel antes que se marchara, pues le faltaban dos dígitos al número que escribió, un condón viejo (en ese entonces creía que lo usaría con la chica del bar) -ya saben cómo termina la historia-, aparte de mi vestimenta usual, este dolor de cabeza que me martilla como una calle en construcción y este sentimiento que algo anda muy mal.

Después de unos instantes mi mente logro ordenarse y empecé a indagar, ¿qué lugar me encuentro? ¿habrá un pueblo cerca? ¿ como llegue aquí? ¿porque a mí? Si fuese un poco más cuerdo les aseguro me habría vuelto loco. Esta oscuridad no es normal -al menos las estrellas o la luna brindaría algo de visibilidad-, mire hacia arriba y nada, solo una gran masa negra cubriéndolo todo.  He caminado un par de metros desde que desperté -no puedo quedarme quieto- moriría en unos poco minutos si lo hiciese (mi sentido común me lo advierte). Es difícil el caminar, la nieve es imprecisa tropiezo de vez en cuando; me pregunto: alguien allá arriba le parece graciosa mi situación, quien más; si no un tercero podría reírse de las desgracias de otros, no podría juzgar lo he hecho y saben algo -no me arrepiento-.

Seguí caminado en línea recta, no quería perder las pisadas que mis ojos no pueden ver, pero que con esperanzas cuando consiga visibilidad me guíe a un lugar que no halla pisado -luz! Necesito luz- recuerdo un programa de cómo hacer una fogata con ramas o algo por el estilo, igual traigo conmigo un par de cerillos  -decías que fumar me mataría como a mi madre-, espero poder hacer algo de fuego y hacerles tragar sus palabras. Ya mis pies no daban un paso más e igual avanzaban por alguna razón, no estoy cuerdo pero al parecer tampoco soy listo, una persona inteligente se habría dado por vencido, creo que yo ya lo hice, solo que soy lo bastante tonto para Mentirme a mí mismo de lo contrario. Luego de indagar de mi situación mental golpee algo, sentí que mi cuerpo se recostó en una cubierta tosca y astillada -¿un árbol?-, apenas se sostenía, fue el perchero perfecto para el cansado cuerpo que traía puesto.

Descanse un par de minutos en el pequeño árbol, mi rostro estaba entumecido por las bajas temperaturas y apenas podía mover los dedos; con un esfuerzo trate de verificar si podría obtener de mi amigo una mano para hacer una antorcha y calentar el ambiente entre nosotros, (recuerdo haberles mencionado que no estaba del todo cuerdo) no creo que alguien con sentido haría una broma tan mala y menos en esta situación. Me debí apoyar más de lo necesario por que logre escuchar un "crash" y un sentimiento de miedo, creo que era el vértigo (esa cosa que te da cuando miras desde el último piso del edificio) mi cuerpo lo sintió cuando caímos mi nuevo amigo y yo. Golpeamos fuerte el suelo y nos deslizamos juntos como un trineo en una bonita colina con unos amigos, pero este no era una pequeña colina y estoy solo, debo levantarme y asesinar a mi compañero de juegos porque necesito de sus extremidades que me ayudaran hacer una fogata o lo que sea para sobrevivir a este infierno albino.

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