capitulo 3

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Habían pasado 2 meses desde aquel cruel e infortunado accidente, mi madre no salía del trabajo y cuando lo hacía se encerraba en su habitación y se ponía a llorar creyendo que no la escuchaba, tampoco comía lo suficiente y cada día yo la veía mas delgada, no me gustaba lo que veía, pero tampoco sabía como ayudarla, me sentía desolada, triste y destruida, como si el pilar que me mantenía cuerda se acabase de caer.

Días después ingresaron a mi madre en un hospital, se había desmayado, al parecer no comía ni descansaba lo suficiente y acabó en el suelo... los médicos decían que había pasado por cosas muy trágico recientemente y debería de haberle afectado todo demasiado pues se había hecho cortes en los brazos, yo no podía estar peor, mi madre se quería suicidar, y yo no la había ayudado para evitarlo.

Desde ese día yo dejé de asistir a la escuela y empecé a trabajar como repartidora de periódicos a tiempo parcial para conseguir algo de dinero para pagar el hospital y las medicinas para mi querida madre.

Ella llevaba ya una semana en el hospital cuando entró en coma, las enfermeras susurraban entre ellas que no se despertaría nunca, y yo no podía siquiera pensar que ella quizá no volvería a abrir esos ojos esmeralda que de pequeña tanto amaba observar mientras ella me deseaba las buenas noches.

Los días pasaban y yo mientras trabajaba me encontraba por las calles  con mis antiguos compañeros de clase y me saludaban, sus madres me miraban con tristeza y melancolía, aunque solo lo hacían por pena o por obligación, nada de lo que necesitase en ese momento.

No quería la ayuda ni la compasión de nadie....QUERÍA A MI MADRE!

La vida que nunca tendréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora