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Por las veces en que escuchaba tus problemas.
Se me hizo una costumbre, ¿sabes? Cada vez que te sentías desanimado, triste o enfadado, yo lo sabía, después de todo te conozco desde siempre, me es fácil reconocer todos tus estados de animo. Poco a poco me volví tu confidente, quien sabía todo de ti, tu fiel oyente que guardaba tus pesares en su propio corazón y sufría por ellos. Es probable que de esto nunca te hayas dado cuenta, pero guardé todo lo que te debía decir, lo que quería decirte a gritos, para escucharte.
Sabía que era difícil para ti. Tu papá, tu mamá, tus estudios, todo te tenía cansado, necesitabas desahogarte, soltar todo y que alguien te escuchase y yo quise ser esa persona. Si te guardas todo te ahogas, ¿recuerdas? Y yo no quería que te ahogaras.
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