Capítulo 2

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Un nuevo ser ha llegado a la aldea

- Mira, majo, no quiero hacerte daño- dije procurando mantener la calma. 

- ¿Qué me va a hacer una chiquilla con el pelo de color rojo brillante, cosquillas? No me hagas reír, mocosa- se echó a reír mi contrincante, provocando la risa de sus cuatro acompañantes-. Y ese fleco te hace parecer emo.

- Me estás enfadando...- advertí. Ahora me gustaba jugar con mis víctimas, más que las primeras veces que tuve que hacerlo. Y surgía una pregunta ajena a todo esto: ¿por qué fingía no querer pelea cuando mi deber era matarlos? Porque a esas personas no se les podía dar una muerte rápida. Mi último "cliente" era un grupo de cinco liderados por Suzuki, un asesino en serie que mataba por diversión a niños y a sus familias. Y yo odiaba a esa gentuza. 

- Mira, guapa, dejemos nuestras diferencias a un lado y vamos a buscar un sitio tranquilo, ¿sí?- dijo acercándose a mí con el resto de su pandilla de indeseables. 

- En fin... No digas que no te lo advertí...- suspiré. 

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- ¿Cómo... cómo lo has...?- balbuceó Suzuki, mirando a sus compañeros muertos. Uno más, y acababa mi encargo. 

Corrió hacia mí con su espada, trayéndome un recuerdo que retornó fuertemente al sentir la hoja hundiéndose en mi pecho de nuevo. Empecé a esbozar una sonrisa cruel, mirándolo mientras temblaba y retorcía su arma dentro de mí. Me eché a reír.

- Qué bonito: ¿vas a matar a un demonio?- dije mientras abría mis alas para rematar mis palabras. No le di tiempo a gritar: arranqué el arma de mi carne y sin miramientos se la clavé de vuelta-. Tú me intentas matar, y yo te mato. 

Finalmente, su cuerpo inerte cayó sobre los demás, dejando un charco de sangre espantoso. Me puse seria y alcé el vuelo. 

- ¡Qué maravilla, mi preciosa ángel!- me recibió el Diablo aplaudiendo mi trabajo recién hecho. Yo no estaba para festejos, tenía otros planes en mente.

- Con estos cinco indeseables he completado las dos mil muertes que me pediste- le recordé-. Ya tienes todas esas almas amargas que tanto te gustan.

- Excelente, Akira- volvió a felicitarme-. Pero debes recordar que ya no puedes morir a menos que lo desees, y tendrás que ver cómo todos tus seres queridos se van marchitando y muriendo mientras tú sigues siendo una chica de 16 años. 

- Ya lo sé- dije-. Y yo te recuerdo que te dejaré devorar mi alma cuando se muera mi último ser querido. 

- Estupendo. Pues entonces, vuelve con ellos- me hizo un gesto para que me marchara y yo le sonreí para agradecérselo. 

Volví a abrir mis alas, por costumbre la blanca antes que la negra, y ascendí del Inframundo para regresar a la base Akatsuki. A fin de cuentas, yo seguía siendo una de ellos, nunca me había quitado la capa ni mi cinta tachada. Ya por fin había terminado mi parte del trato, y ahora era libre para volver con todos. Un poco diferente, sí, pero YO no había cambiado nada. Mi corazón tampoco. Seguía siendo de un único dueño. Y le iba a mostrar que yo no había muerto del todo. Allí. Ahora.

Nuevo modelo Akatsuki (Una Akatsuki nueva en Konoha 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora