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Salí de mi casa después de escuchar el interminable sermón que me brindó mi tía por no haber querido probar sus "mágicos hot cakes".  

Caminé pesadamente por la acera riendo y un viento frío se coló entre mi ropa, haciéndome casi dar un salto. Mis ganas de asistir a la preparatoria eran nulas, no tenía ganas de ver a nadie el día de hoy.   

Luego de caminar un rato pude sentir como comenzaban a caer varias gotas sobre mí y apresuré el paso cuando sentí que cada vez lloviznaba con más intensidad, el clima no estaba muy agradable.  

Cuando estuve a unas pocas cuadras del edificio sentí que la lluvia era realmente intensa, no tenía piedad de mí y comenzaba a empaparme completamente.

Ingresé al establecimiento regañándome a mí misma por no llevar un abrigo ya que, literalmente, me estaba congelando.

Me encaminé hacía mi casillero en silencio y una vez que llegué, sentí a alguien tocándome el hombro. 

-¿Qué te sucedió?- exclamó un asombrado Danny mientras me observaba de pies a cabeza.

-Llueve.- dije de manera obvia.

-Me di cuenta.- revoleó los ojos y se quitó la chaqueta que llevaba puesta- Toma, cámbiate.

La tomé de mala gana y me dirigí hacía el baño de mujeres para poder cambiarme tranquila ya que mi ropa se  encontraba chorreando. Una vez lista, salí de los baños y encontré a Danny sentado en el suelo fuera de éste mientras jugaba con su móvil.  

-Apresúrate.- pateé ligeramente su pie y se levantó. 

-De nada.- imitó una reverencia y me tomó del brazo guiándome entre la multitud de estudiantes. 

Ingresamos en nuestro respectivo salón, caminé hacia el fondo de éste y me senté en una de las últimas butacas esperando que se pasaran las benditas horas de clases.  

Por fin llegó la preciada hora del almuerzo y con Danny, nos dirigimos hacía la cafetería rápidamente para conseguir una mesa vacía donde sentarnos y así comer tranquilos.   

-¡Te está viendo!- susurró mi amigo detrás mío.

-No me ilusiones, por favor.- giré los ojos y lo busqué con la mirada para verificar. 

-No te estoy mintiendo.- agregó soltando una risita.

-No lo veo.- susurré mientras me sentaba en una mesa vacía. 

-Está con el equipo.- movió la cabeza indicándome el lugar y se sentó frente de mí. 

Levanté la vista y lo vi en una de las mesas que se encontraban a un lado de los ventanales que daban hacía en patio. Se lo veía algo más risueño de lo normal, vestía unos jeans blancos rasgados y una camiseta de Incubus celeste que hacía resaltar aún más sus preciosos ojos. 

-Se te caerá la baba.- se burló mi compañero.

-¡Daniel!- lo regañé y comencé a sentir el calor trepar por mis mejillas. 

-¡Neva!- me imitó. 

Apreté mis mejillas con mis manos, se sentían muy calientes por lo que de seguro que me encontraba roja como un tomate. 

-¿Le escribirás hoy?- preguntó mi camarada mientras le daba un gran mordisco a su emparedado. 

-No, prometí no molestarlo más.  

-No lo molestabas.- respondió masticando y haciendo un gesto raro. 

-Sí, lo hacía.- afirmé cruzándome de brazos.   

-¿Crees que sepa quién es su " admiradora secreta"?- hizo comillas con sus dedos. 

-No lo creo.- solté un bufido- No lo sé... espero que no.- hice una mueca con los labios.

-Creo que tarde o temprano se dará cuenta, ya sabes... no son muchas las chicas "N" en sus clases...- movió las manos dándole énfasis a su explicación.  

-Lo sé...- centré mi vista en el suelo.

-¿Qué harás entonces?- preguntó frunciendo el ceño. 

-Nada.- levanté mis hombros en un gesto desinteresado- ¿Qué quieres que haga?

-Que le digas.- levantó las cejas de manera obvia y rió. 

-Tengo miedo.- posé nuevamente mi vista en Harry. Se veía tan feliz, no valía la pena arruinarlo. 

-¿De qué?- negó con la cabeza- No me digas de que te rechace porque no lo aceptaré. 

-Sí, ese es mi miedo.- afirmé- No es tan fácil... creo que todo ésto fue una innecesaria pérdida de tiempo.- solté una risa carente de humor- No sé cómo creí que alguien como él... se iba a fijar en mí. 

-¿Alguien como él? No es un príncipe, ¡Es sólo un adolescente como tú... como todos!- dijo frustrado. 

-Pero...- miré mis manos- Él es especial.   

-Ve a hablarle... por favor, Neva.- suplicó- ¿Debo ponerme de rodillas e implorarte? Porque sabes que lo haré si es necesario.- me acusó con su dedo índice.  

-No, no, no.- dije entre risas- Gracias, Dan.- tomé su mano por encima de la mesa y le di un suave apretón- Eres el mejor amigo de todos.

-¡Ya lo sé!- exclamó sonriendo con sus dientes de caballo. Sí, lo eran.

Correspondí su sonrisa y dirigí mi mirada hacía la mesa de Harry. El timbre ya había sonado, por lo que ya se había puesto de pie para ir a su próxima clase. 

-Ve, ahora.- susurró Danny- De seguro que irá por sus libros a su casillero- se levantó de su asiento con su mochila cargada en un hombro- Suerte. 

-Gracias.- susurré imitando sus acciones. 

Nos despedimos con una corta mirada. Danny asintió. Sólo él podía darme toda la confianza que me faltaba.  

Caminé hacía los pasillos para así dirigirme a mi próxima clase. De camino hacía el salón estaba el casillero de Harry, el cual ya conocía de memoria, y así hablaría con él. Si no es que me desmayaba antes...

Lo divisé a los lejos y mi estómago se revolvió. Los nervios se habían apoderado por completo de mi cuerpo, ¿Qué iba a decirle? ¡No lo había pensado! 

Me di una cachetada mentalmente y respiré una considerable cantidad de aire, realmente no quería ponerme a hiperventilar en éste preciso momento y menos frente al chico de mis sueños

Sólo unos pasos eran los que nos separaban. El pasillo se estaba vaciando cada vez más y sólo unas pocas personas caminaban a nuestro alrededor. 

Me acerqué un poco más a él y pude ver su ancha espalda, se veía muy bien. Mordí mi labio inconscientemente y cuando estaba a punto de tocar su hombro, se dio vuelta. 

Sus preciosos zafiros se posaron sobre mí. Me quedé completamente congelada, ¡Me estaba viendo y no precisamente porque me había caído...! ¿O sí? 

-Hey, Neva.

Hey, Judd. [Harry Judd]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora