Park Nae Ri:Sentía que el tiempo se agotaría pronto. El simple hecho de que los minutos siguieran corriendo, lo hacia más difícil. Era increíble la manera de como veía el reloj, cada cinco o cada tres segundos. Maldición, iba a morir, literal, eso estaba seguro.
No podía, el corazón me latía a miles por minuto, si no moría de infarto, esto ya era un milagro. Joder, el tráfico por la mañana estaba hasta más no poder.
—¿Sabe que? Tome. — pagué al taxista.
Tal vez hasta de más. El me miró quizá asustado por mi repentina acción, pero no me quedaba de otra, era eso, o ser despedida después de casi un mes de retrasos. Tomé mi bolso y cuando iba a empezar a caminar, choqué con alguien empapándome por completo mi café mañanero.
La quemazón pasó de mi blusa a mi piel. Ardía, ardía hasta la mierda.
— En verdad lo siento, discúlpame. — comenzó a decir la chica asustada, pensando la manera de ayudarme.
— Descuida, déjalo así. — dije soportando el dolor.
— Perdona, tengo prisa, en verdad lo lamento. Al menos toma esto. — la miré y me extendía un pañuelo; asentí mientras lo tomaba. — Lo siento, pero voy tarde a mi nuevo empleo...
Dio una explicación tal vez innecesaria, aunque ya éramos dos. Dicho esto último se marchó con prisa.
La miré unos segundos y salí del trance. El reloj pillo la alarma, mi condena llegaría pronto, lo sabía. Apagué el estúpido sonido.
Ahora si estaba más que muerta y despedida.
Corrí. Corrí como nunca; me importaba un carajo si traía tacos, si me quebraba un pie por correr con estos. ¡Pero a la mierda todo! Por una vez en mi vida me importaba el trabajo.
La gente me miraba extrañado, otras solo se hacían aún lado abriendo el pasó. Sentía la adrenalina al cien por ciento en mi cuerpo, esto era peor que cuando mamá me buscaba para darme mi buena tunda cuando no obedecía o contestaba cualquier grosería.
En fin, aun faltaba unas cuantas cuadras para llegar y tenía al tiempo más que encima. Sin embargo, ya no soportaba, mi cuerpo ya no daba para más; mi condición física estaba por debajo de lo peor.
Era una tonta.
Me arriesgue con algo que no iba a poder. ¿Y qué haría ahora? Llorar de impotencia, obvio. Ya no podía hacer nada, ya había pasado quince minutos de retraso y justo hoy era mi día decisivo; lo había arruinado completamente.
Estúpido Chanyeol, me las pagarías después.
Como ya no quedaba de otra, tuve que caminar. Pero, veamos: iba tarde, llevaba una horriblemente enorme mancha de café en mi blusa, y gracias al llanto todo mi maquillaje estaba corrido. Era un completo desastre. Odiaba todo esto.
Doble a la izquierda, justo al pasar dos grandes locales, llegué al enorme edificio donde trabajaba. Negué, solo me quedaba la opción de entrar, ¿Que no? En fin. La recepcionista junto a los presentes de ahí me dieron una mirada de asombro.
"Si tontos eh llegado tarde, de nuevo."
La chica de recepción levantó el teléfono comenzando hablar, probablemente sabía con quien me encontraría saliendo del ascensor. Negué con fastidio y me encamine al elevador.
Presione el piso 17 y esperé a que este subiera.
Como pude retoque cada horrible rastro de maquillaje, tratando de que no se vieran rastros de lágrimas secas. Pasados algunos minutos la puerta del ascensor se abrió; las miradas se posaron sobre mí, algunos susurros eran totalmente audibles. Si milagrosamente salía viva de está, sería la comidilla de todos durante el resto de la semana y lo que viniera.