Eran exactamente las 3:00 de la tarde cuando el imponente hombre de negocios Raymond Feraud visitaba la casa de la adinerada pero muy noble familia Lombard para sellar un negocio que supuestamente beneficiaria a las dos familias.
Por motivos de venganza, El señor Feraud ,quien era un hombre aparentemente bueno, se interesó en hacer negocios con el señor Abelard Lombard, ya que su devastadora crisis económica lo obligaba a buscar ayuda en cualquier lugar, y el apático señor feraud decidió brindarle su colaboración, mirando por lo bajo el momento justo para llevar a cabo sus fechorías, sin importar a quien se llevase por delante.
Los dos señores se conocían desde hacía ya mucho tiempo atrás, pues antes de que el señor Lombard tuviera su propia empresa, trabajaba fielmente para aquel despiadado hombre. Tras muchos años de servicio, el señor Lombard logró conseguir mucho dinero y por ende estabilidad económica, así que decidió formar sus propia empresa aun así, manteniéndo la relación intacta con su ex jefe a través de los años.
El señor Raymond Feraud era un hombre ya bastante mayor, que siempre presumía de ser muy alto y apuesto. Pero la verdad es que de apuesto no tenia nada, ya que Su tez estaba demasiado arrugada por los años, sus cabellos ya se fundían totalmente con las canas, y su voz ronca y desgastada, dejaba ver como una terrible enfermedad pulmonar, causada por el consumo desmedido del cigarro, lo iba dejando sin respiración día a día.
Acostumbrado a lucir trajes de alta alcurnia y sombreros importados desde Italia, el señor Feraud parqueó su coche afuera de la mansión de los Lombard, e instantáneamente la señora Eleonora esposa del señor Aberlard, quien era una mujer de cálidos ojos verdes, cabello color marrón, alta, delgada y trigueña se dispuso a recibir al señor Feraud y no le permitió a Corina su empleada de servicio que lo hiciera, ya que quería ser lo más educada y cortes con el hombre que supuestamente salvaría la empresa familiar.
—¿Cómo le va señor Raymond?, es siempre un gusto tenerlo a usted por acá —dijo Eleonora muy contenta.
—Estoy demasiado bien, gracias por preguntar —dijo el señor Raymond besando la mano de la señora y con un tono muy suspicaz.
—Pase usted —dijo Eleonora muy amablemente.
—Hacía ya mucho tiempo que no visitaba su bello hogar mi distinguida señora —dijo el señor Feraud un poco sorprendido —su mansión es una de las más lujosas de París, es perfecta y similar a la mía. Cuenta con muchas habitaciones y pasillos asombrosos, tiene un muy bello jardín y una gran alberca, además de eso la decoración es preciosa y muy al estilo de esta época.
—Muchas gracias señor Raymond, viniendo de usted es un muy grato cumplido —dijo la señora casi anonadada y riendo un poco efusivamente.
Los dos señores siguieron charlando hasta que llegaron al estudio donde se encontraba ansiosamente esperando el señor Abelard a su invitado de honor.
El señor Abelard era un hombre bastante simpático. Sus ojos eran color café claro y mostraban la humildad y sencillez de su corazón, sus mejillas eran sonrojadas y su nariz era un poco ancha y redonda. Su cabello era totalmente negro, abundante y pulidamente ondeado y su figura ya estaba marcada un tanto por el sobrepeso.
El señor Aberlard había estado ansioso toda la mañana esperando a su antiguo jefe, y no era para más, ya que esta era la única esperanza que mantenía para poder echar a andar su empresa nuevamente.
—Como esta señor Raymond, es un gusto tenerlo por acá y es usted tan puntual como siempre —dijo el señor Abelard estrechando la mano del señor Feraud.
—Por supuesto que sí, siempre trato de ser muy puntual para hablar de temas que realmente me interesan —dijo el señor Feraud con una actitud muy extraña.
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CON VENENO EN LOS LABIOS
ParanormalClermont quien se suicidó hace aproximadamente un año deberá regresar a la tierra convertido en un fantasma para cumplir con la misión de vengarse del magnate hombre de negocios Raymond Feraud, destruyendo su imperio y acabando con Gretel, su queri...