CON VENENO EN LOS LABIOS

GRAVE ERROR

El día marchaba sin ninguna novedad para las dos familias. Ese martes particularmente fue un día muy soleado, por tal motivo, Eva aprovechó para reunirse a medio día con su entrañable amiga en uno de los restaurantes más lujosos para almorzar.

La inseparable y curvilínea compañera de Eva se llamaba Chantal. Esta singular chica era sin lugar a duda muy bonita, ya que tenía unos grandes ojos color verde asemejados al césped, unos labios carnosos y muy definidos y unas mejillas cubiertas por diminutas pecas. Su cabello era largo y con flequillo, teñido totalmente por un color rubio intenso y su figura era totalmente esbelta, ya que esta se la pasaba haciendo múltiples dietas para intentar ser lo que ella llamaba "la mujer perfecta"

Ese día, Eva llevaba puesto un vestido color naranja el cual era poco escotado y muy elegante, mientras que Chantal llevaba unos pantalones color dorado y una blusa roja súper escotada y corriente, lo cual despertó de inmediato la ira de Eva, ya que a esta le encantaba controlar la forma en que vestían sus amigas y en su opinión, este no era un atuendo adecuado para ir a almorzar a un restaurante tan fino como en el que estaban.

Eva y Chantal se sentaron en una de las mesas que quedaba al lado de un gran ventanal por el cual se podía divisar toda la gran ciudad.

Cuando las atendió el joven mesero, ambas ordenaron un plato de merluza al beurre blac y mientras almorzaban tranquilamente y sin apuros, la malvada Eva le contó a su amiga lo infeliz que se sentía al vivir en una casa en la que nadie le prestaba atención y a la cual solía llamar, "el manicomio".

—Chantal, hoy vengó más histérica que nunca y ya te imaginaras porque —dijo Eva a su amiga en un tono muy desagradable.

—Amiga, déjame adivinar, otra vez te peleaste con la mustia de tu hermana —dijo Chantal pareciendo saber que era lo que había sucedido.

—Sí, otra vez. ¡Ay es que ya me tiene harta la estúpida de Gretel!, siempre haciéndose la importante con mis papás, como la niña hipócrita que siempre ha sido —dijo Eva sumamente ofendida.

—Eva, deberías dejar de prestarle tanta atención a lo que dice y hace tu hermana. ¡Ya ríndete de una buena vez!, Sabes de sobra, que a la única persona que quiere tu padre es a ella, pero también debes comprender que hay gente como yo, que te apreciamos verdaderamente —dijo Chantal, tratando de consolar a su mejor amiga.

–—¡Como te atreves a decirme eso!, Sabes perfectamente que no descansare hasta acabar con la buena imagen que tiene mi "hermanita" con mis padres; además de eso, sabes que nada me haría más feliz que ser la hija única de mi papá, su consentida y la heredera absoluta de toda su fortuna —dijo Eva, alzando fuertemente su tono de voz y pegándole varios manotazos a la mesa en la que estaba depositada la comida.

—Ay amiga, sabes que mi intención nunca ha sido ofenderte, pero tú no puedes seguir así con esa actitud. Date cuenta que tu corazón se está llenando de odio sin razón alguna. —dijo Chantal, tratando de ser lo más sensata posible.

—Mi corazón ya está lleno de odio. No sabes cuánto detesto tener que compartirlo todo con el par de imbéciles que tengo por hermanos, hasta el cariño de mis padres, porque si no te has dado cuenta, te informó que mi madre también la prefiere a ella —dijo Eva estando a punto de llorar y ardiendo en cólera. —Y sabes que Chantal, veo que contigo tampoco se puede hablar, así que prefiero no desperdiciar mi valioso tiempo con alguien tan incomprensible como lo eres tú. Así que adiós querida. Pagas tú la cuenta.

Y dejando con la palabra en la boca a su amiga, la incontrolable y soberbia Eva, partió del restaurante con un gesto de amargura y frustración.

No cabía duda que Eva, sentía un profundo sentimiento de envidia hacia sus dos hermanos y más hacia la hermosa Gretel. Esta malhumorada chica siempre había sido así. Trataba de conseguir la atención de todos los que la rodeaban y como no lo lograba, prefería hacerle la vida imposible a su hermana menor.