Capítulo IV

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Pasó el tiempo, nos graduamos, cada quien por su lado.

Michelle obtuvo una beca para la universidad más prestigiosa del país, creció y se convirtió en una gran empresaria. Como estaba pronosticado se casó con Maquiavelo, pero poco tiempo después se separaron.
Mientras yo, poco a poco me convertí en un diseñador reconocido. A los dos nos iba muy bien y por causas de la vida no volvimos a encontrarnos, nunca le pude decir lo que siento, siempre me arrepentí.

Puede que con ella no resultó, pero en la universidad conocí a una chica fantástica, con todas las cualidades que quería para una mujer. Después de unos años se convirtió en mi esposa y madre de mis dos hijos, Adrián y Adam, cada momento con ella era realmente mágico.

Lamentablemente a causa de un accidente automovilístico, esta felicidad no duró, ella falleció.

Tres años después, en el día de nuestro aniversario fui solo a aquel restaurante que le encantaba. En la mesa de al lado estaba una mujer muy guapa, igualmente sola; leyendo el mismo libro que le gustaba leer a mi esposa. Cuando miro detenidamente, no me lo podía creer era Michelle, la chica de mis sueños del colegio, me acerqué a su mesa a saludarla cuando miré sus ojos y otra vez sentí los mismos nervios de cuando éramos niños:

-Hola Michelle, ¿te acuerdas de mí?

-Hola, ¿eres James Bay verdad? no te reconocí que cambiado estas...

La típica conversación que tienen dos personas al reencontrarse después de mucho tiempo. Pasaban las horas y seguíamos hablando, me contó su ruptura con Maquiavelo, le conté acerca de mis hijos y de mi esposa.

Fue una noche muy larga llena de recuerdos de la infancia, al final solo nos despedimos y se fue...

Otra vez más tenía que tomar una decisión; si ir tras ella o dejarla ir.

HASTA MORIRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora