Posibilidad por Ikofu Us

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Con sencillez y carisma, con una hermosa piel morena, largo cabello negro y lacio, encantadores ojos verdes y luciendo siempre un bonito collar en forma de búho que su abuela le regaló, la desesperada Yune de 17 años corre, corre, corre. Pero corre en sus adentros, porque en realidad, las cadenas de lo correcto, siempre hacen que se muestre calmada y quieta, todo lo contrario a su verdadera personalidad. Una forma así de expresarse, siempre crea momentos que nunca quiso.
Se está convirtiendo en una joven adulta, pero en sus adentros, sigue corriendo aquella niña de hace diez años. Libre, feliz, amorosa, soñadora.

— Señorita Yune, preste atención a la clases. — Reclamó el maestro de matemáticas.
Irónicamente y a pesar de todo, momentos como éste nunca le faltaron a la joven. Lo de soñadora a veces, muchas veces, se le sale de las manos.

— Sí profesor, lo siento. — Dijo mientras su compañero, amigo de la infancia, y casi hermano, Francisco, soltaba una pequeña risita. Discreta, para que no saliera regañado también él, ella solo lo miró con recelo. Momentos como éste, eran los únicos momentos honestos que experimentaba.

— Oye, mañana, quisiera hablar contigo. ¿Podemos quedar en el parque? — Preguntó el chico al terminar las clases.

— ¡Claro! — ¿Cómo no iba a aceptar? Lo vio distraído y nervioso cuando le preguntó eso, miraba hacia el techo y mantenía sus manos dentro de los bolsillos de su pantalón. Seguramente lo que quería decirle era serio, ya que él suele ser un tipo muy animado y extrovertido.

Francisco era el único amigo que la conocía y entendía tal y como ella quería. Y a decir verdad, es porque se conocen desde pequeños, cuando aún no aparentaban para agradarle a los de más, porque podían ser aceptados como ellos quieran.
Como un chocolatito sin su envoltura, que gusta por su dulce sabor y no por el atractivo diseño.
Con él, aún puede conservar esa honestidad. Ese dulce sabor.

Aunque le intrigaba lo que le iba a decir Francisco mañana, el día fue obviamente aburrido, como absolutamente todos. Lo verdaderamente interesante viene cuando la luz de la luna se apodera de todo, cuando la gente duerme y sueña plácidamente, cuando todos descansan del largo, largo día. Cuando eso sucede, Yune se calma, y experimenta otra realidad.

La niña corre libremente.

2

— Yune, me gustas. — Dijo el Francisco de cinco años, con una sonrisa tan enorme como la alegría que domina sobre un niño de esa edad.

Extendió sus cortitos brazos y le dio una paleta en forma de corazón, que en ese tiempo parecía enorme.

— A mí también me gustas. — Respondió la niña, no solo a lo que dijo, si no también a su sonrisa.

Agarró la paleta y se dieron un beso de piquito, mientras sus madres, entre risa y risa, le tomaban una foto a esa adorable escena.

Se hicieron novios, pero solo hasta el día siguiente, porque ya se les había olvidado aquello.

Entonces, Yune despertó, otra vez con 17 años. Se hicieron muy frecuentes ese tipo de sueños, que la hacen sentirse bien y despertar tan alegre como en sus sueños.

Era sábado, pero se despertó temprano porque había quedado con Francisco en el parque. Se puso ropa cómoda, parecía que iba en pijama. Pero cuando llegó al parque, se arrepintió de no haberse arreglado más al ver lo bien vestido que estaba él.

— Te ves hermosa. — No sabe si lo había dicho con sarcasmo o en serio, pero fue muy gracioso.

Se sentaron bajo un árbol a platicar sobre todo y nada, olvidando que estaban ahí por un motivo.

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⏰ Última actualización: Jun 13, 2016 ⏰

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