Capítulo 16

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Justin's POV

Llevo ya una semana en Hawaii, y no puedo encontrarme mejor, salgo de fiesta, conozco gente nueva, hago amigos, me levanto y me acuesto a la hora que quiero, básicamente vivo como quiero, descanso como quiero. 

Toco tres veces la puerta de la casa color beige, no tiene más de dos pisos, está decorada con algunas flores y plantas alrededor. Suspiro, necesito ver a mi madre lo más pronto posible, la extraño, necesito un abrazo suyo, hace un mes que no la veo, desde mi cumpleaños.

Esta semana está ayudándome mucho a centrarme en mi mismo, a averiguar qué es lo que siento, qué es lo mejor para mi, sobre lo que siento hacia Hailey.

Observo el mar, me acuerdo de Leen, el oleaje me recuerda su paz y su brusquedad, una ola puede relajarte con su masaje, también puede ahogarte con su fuerza, así es Leen o al menos así la veo yo. La imagino jugando con sus pies en el agua, llevando un vestido corto y el pelo suelto que se le enreda en la cara por el viento, con una sonrisa tan sincera.

—¡Justin!—escucho.

Miro en frente y me encuentro con un hombre de estatura baja, corpulento, musculoso y con una barba blanca, que me recuerda al mismísimo Papá Noel, solo le falta la bolsa con regalos. Lleva puesto una malla, un collar con un dije en forma de ola cuelga sobre su cuello y la sonrisa infaltable, logran que su imagen vuelva a mi mente.

—¡Tío Eddy!—grito.

Lo abrazo en un salto, él me sostiene fuertemente, como siempre lo hizo.

—Nunca vas a cambiar, Justin.—dice en mi oído. —¡Mierda, que ahora pesas! ¡Ya no sos un nene!

—Te quiero, Tío.

Edward, o como yo prefiero llamarlo, Eddy, es mi padrino y de las personas más bellas que conocí en mi vida, llevo años sin verlo, básicamente desde aquel concierto en el Madison Square Garden, con el My World Tour, es el mejor amigo de mamá y quién en su momento me enseñó a tocar la batería, él nos ayudó mucho cuando lo necesitamos, le debo mucho, lo amo con toda mi alma, ha llegado a ser incluso más padre que Jeremy.

—¿Cómo va tu vida, hijo?—dice, mientras me ofrece un tazón con uvas blancas, sabe que son mis favoritas.

—Un torbellino, Eddy, es por eso que decidí venir unas semanas.—digo.

—¿Muchos problemas?—dice.

—Muchos sentimientos.—digo.

Escucho los pasos de mamá qué baja las escaleras y corro a abrazarla, con fuerza mientras dejo besos repetidas veces en su mejillas, estoy muy feliz de verla, la noto distinta, más sonriente quizás.

—¿Estás mejor?—pregunta.

—Si, si. Más relajado.—digo.

Una chica entra por la ventana corrediza que da a la playa, con una tabla de surf en un costado y una bolsa en el otro, me ofrezco a ayudarla y cuando cargo la tabla por ella, veo su cara, tiene ojos verdes, rulos colorados y una sonrisa traviesa.

—Gracias, Justin Bieber.—dice.

—De nada.—digo, esperando saber su nombre.

—Soy Alessandra Cortez.—dice ella.

—De nada, Alessandra.—digo.

—Deja a Puppy apoyada en la pared, necesito encerarla un poco.—dice ella,

La miro confundido y Eddy interviene en la conversación:

—Puppy es la tabla, disculpa, tengo una sobrina que trata a las tablas como si fueran un hijo.

What you mean to meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora