Aquel día no presagiaba nada bueno, las nubes cargadas de tristeza lloraban sobre todo el pueblo y gran parte del bosque, tanto animales como personas se refugiaban de la tormenta, a excepción de Osomatsu, quien corría por el sendero con un paraguas en la mano, su madre lo regañaría si llegaba empapado a casa, y por lo mismo no discutió sobre llevar el objeto.
Legó hasta la orilla del río, este se veía un poco mas agitado que de costumbre, tal vez por la fuerte lluvia, más no perdía su claridad, si se esforzaba aun podía ver las rocas en el fondo de este.
Espero paciente, por largos minutos que parecieron eternos, pero justo cuando empezaba a sentirse ansioso y desesperado pudo ver una cabellera negra aproximarse del otro lado, sonrió inconscientemente, había algo nuevo que quería comentarle a Karamatsu, pero su sonrisa no duro por mucho, cuando vio más de cerca al pequeño, noto sus ojos rojos al igual que una de sus pequeñas mejillas, además, y por si fuera poco, estaba empapado de pies a cabeza, sinceramente verlo de esa forma le estrujó el corazón, sabía que aquel dulce niño no debía llorar enfrente de sus padres, mas específicamente frente a su madre, y si por error lo hacía recibía un castigo, posiblemente había huido de casa después de recibirlo.
Tan pronto como Karamatsu se atrevió a mirar directamente al mayor rompió en llanto, su pecho dolía a horrores aun más que el golpe recibido en su mejilla.
"Solo tenía ocho años" es lo que Osomatsu se repetía mentalmente, ni siquiera él había sido golpeado por llorar, quería ir a la casa de su amigo y regañar a los padres del mismo, pero no perdió el tiempo en pensar ese tipo de cosas, soltó el paraguas y con rapidez se metió dentro del río, hasta ese punto un regaño ya no tenía importancia, camino con dificultad pues sus pies se congelaban, hasta que, con ligeros tropezones llego a la otra orilla.
Tan pronto estuvo de pie sobre la tierra húmeda tomo al pequeño entre sus brazos, abrazándolo, sintiendo la poca calidez que emanaba su cuerpo, Karamatsu continuaba llorando y por qué ocultarlo, él también estaba a punto de llorar, le hubiese encantado abrazar a su amigo en otra situación, sin embargo no lamentaba estar allí mojándose, acariciando la cabeza del pequeño en un intento de tratar de calmar su llanto, no lamentaba haber cruzado el río y jamás en su vida lamentaría haberse vuelto su amigo.
Escucho fuertes pasos a lo lejos, viniendo de la misma dirección en la que Kara siempre llegaba, a pesar de tener miedo no se movió ni un solo centímetro, no dejo de abrazar al pequeño aun cuando esos ojos azul marino le miraban fijamente entre los arbustos, no le soltó cuando un hombre alto y, al parecer, fuerte se paro frente a ellos.
-Karamatsu, regresemos a casa.- La grave voz hizo que ambos niños temblaran.
El más pequeño se separo de su amigo y con una profunda tristeza en su mirada se despidió en silencio del de ojos rojos, pero justo cuando iba a levantarse y caminar hasta su padre Osomatsu lo sujeto de la muñeca, impidiendo que se levantará.
Miró directamente al hombre mayor tratando de formular todas aquellas palabras que se había mentalizado para decir si algún día estaba frente a los padres de su amigo, pero por alguna razón se habían perdido en lo profundo de su memoria. El hombre ya se había acercando lo suficiente como para tomar a Karamatsu y llevárselo, por eso Oso dijo lo primero que llego a su mente.
- ¡No es justo! ¡No puede llevárselo! ¡Kara es mío! Es mi amigo... No es justo...
Ambos niños se levantaron del suelo, siendo Osomatsu el primero, pues aunque quisiera negarlo pequeñas lágrimas amenazaban con brotar de sus ojos rojos, pero afortunadamente se las arreglo para no demostrarlo, y por otro lado el corazón Karamatsu aun latía con rapidez desmedida, nunca en su corta vida alguien le había dedicado tales palabras, por un lado se sentía verdaderamente feliz y por el otro estaba bastante preocupado por la reacción de su padre.
-¿"Kara es mío"? No recuerdo habértelo entregado, mocoso imbécil.
- ¡Pues es mío!
- Ven y dimelo de frente, estúpido niño.
Si alguien se acercara en ese preciso momento podría apreciar la pelea de dos niños inmaduros en todo su esplendor, eso es lo que pasaba por la cabeza de Karamatsu, incluso sus lágrimas habían desaparecido por completo, ahora lo único que mojaba su rostro era la lluvia que poco a poco perdía su fuerza.
-El día que seas un hombre fuerte y sudes dinero podrás venir a tocar la puerta de mi casa, y solo cuando me ofrezcas el más caro licor podrás tomar a Kara y llevártelo, no antes pequeña lagartija.
Osomatsu hizo un puchero, apretó los puños por la rabia y grito un claro "Eso haré, padre idiota" dejando sorprendido al hombre mayor, quien solo sonrió y revolvió los cabellos del niño, dejandole un peinado poco envidiable.
- Entonces voy a esperarlo, no te tardes demasiado.
Ambos pequeños se quedaron de piedra ante esa declaración, sin embargo no pudieron hacer nada más que sonreír, era lo justo. Azim le pidió a su hijo que regresara a casa mientras que él acompañaba a Osomatsu, sin embargo cuando vio la casa del pequeño se arrepintió de sus palabras.
Era imposible que el muchacho cumpliera, fue ingenuo al querer una mejor vida para su retoño, e incluso aunque Osomatsu cumpliera su petición lo único que le esperaba a Karamatsu era una vida llena de tormento y dolor, se arrepintió, se culpó, pero él ya no podía hacer nada para cambiarlo, porque desde que ambos niños se conocieron su destino había quedado sellado.
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Pues nada, chiquillos. Como me he cambiado el nick me siento mas diva y con ganas de actualizar. Srry por las faltas de ortografía.
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Alivio.
FanficKaramatsu había tenido que madurar antes de lo previsto, no por necesidad, no por gusto. . Advertencias: Au (?) Aquí ninguno de los nini's tiene relación de sangre con Kara y, por ende, tampoco son sus hermanos. Diferencia de edades. Los personaje...