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"El olvido siempre es considerado una victoria, yo opino que es una burla a la historia"

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"El olvido siempre es considerado una victoria, yo opino que es una burla a la historia".

Acariciaba entonces la foto que nos habíamos sacado hace años atrás, abrazados y felices. Calma en ese tiempo que desapareció hace años ya. Aún sentía sus manos en mi cintura o llegaba a confundir un escalofrío con el roce de sus manos, llegaba a confundir la voz del resto con la suya. A veces me ilusionaba al ver a un chico de rulos en la calle, pensando que era él; luego más bien, me daba cuenta que llevaba de mano a una chica.

A él jamás le gustaron las chicas.

Imaginé que eras para siempre.

Siempre idealicé el amor con él. Cada vez que pronunciaba las cuatro letras de mi apodo, con tal profundidad y tonalidad, con tanto amor. Pero jamás fueron para mí, aquellas sonrisas tímidas, aquellos sonrojos inesperados.

Nunca fueron pensando en mí.

y descubrí, que no era suficiente todo lo que dí.

- Manu - me inundó los pensamientos la voz de una chica.

La miré y sabía que me comprendía. Sabía que aunque no hubiera alcanzado a conocer al Edgar, sabía que yo actuaba de la manera que actuaba por él. Con esa tristeza inserte en mi personalidad, aquella decadencia, aquel bajo autoestima que él se encargó personalmente de bajar.

- Hay alguien al teléfono - susurró, como si fuera un secreto.

Me levanté de la cama, días sin haberlo echo. Me dirigí al salón con serenidad, escondiendo unas ansias infinitas de imaginar que era él quien se encontraba detrás de la línea.

- Manu - casi pude sentir como sonreía - ¿Cómo estás? tanto sin hablar.

Mi amiga, Amparo, me miraba esperando alguna respuesta de mi parte. Sentía la garganta seca, como si algo hubiera atacado mi cuerpo impidiéndome decir palabra alguna. Sujeté el teléfono casi al borde del llanto, era una utopía en cada una de sus letras.

- Edgar - pronuncié su nombre con cierta emoción.

Amparo me miró con reproche, haciéndome señales para que colgara. Negué con la cabeza, era mi última oportunidad.

Quise hacer un último intento.

- Hola, no esperaba tu llamada - Mentí descaradamente, la estuve esperando hace más de 3 años.

Escuché como reía detrás de la línea. Mi corazón se recogía de la ternura y la emoción. Una gran parte de mí, seguía enamorado de él y no lo podía negar de ninguna manera.

- ¿Te parece quedar en mi casa hoy para quedar al día? - habló algo nervioso.

Sonreí y no tardé en aceptar. Intercambiamos los nuevos números y cortó. Un corazón acelerado, nervioso, ansioso, enamorado. Colgué el teléfono con cierto deje de felicidad, plasmado en mi rostro, plasmado en mi corazón.

Concurso #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora