Repulsivos.

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Lo que hacen muchos jóvenes por la noche es beber, irse a una discoteca para intentar ligar con alguien, beber, fumar, y demás cosas que es mejor no describir. Un alto porcentaje de estos jóvenes tiene el carné de conducir, para desgracia de la sociedad.

Álvaro, Marcos y Pablo son el máximo exponente de la conducción temeraria. A sus veinte años solo esperan que sea sábado por la noche para ir a la discoteca y ponerse las botas, de alcohol, de sexo y de experiencias con drogas.

Se ponen cinco litros de gomina en el pelo para ponérselo al estilo cenicero, se ponen su chándal de imitación, sus calzoncillos de imitación, sus camisas de imitación, su gorra de imitación y hasta su personalidad de imitación; quedan en la plaza del pueblo y Marcos les lleva en coche hasta la discoteca "La Aberración".

Una vez dentro, van juntos hasta la barra y piden cada uno unas cuantas bebidas que seguramente sumen en grados más de 250; se va cada uno por su lado y le entran a la mayoría de tías que encuentran. No les importa buscar jaleos con novios celosos, al contrario, las peleas les motiva, pues es un motivo para desahogarse a golpe limpio.

Son rechazados por cada mujer, por lo menos, dos veces, y Álvaro está sangrando por la nariz debido a que un novio celoso mucho más alto y fuerte que el se enfadó con el por tocarle un pecho a su novia. Pero a Álvaro le da igual, está tan bebido y borracho que lo haría una y mil veces y no se daría ni cuenta de lo que está haciendo. Marcos y Pablo no están mejor que Álvaro. A Pablo una tía le dio una patada en los testículos por haber intentado meterla mano y a Marcos le persigue una locaza obsesionada.

Ellos, ajenos al propio asco que dan se largan de la discoteca no sin antes haber escupido a la camarera. 

Desechos SocialesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora