Introducción

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POESÍA MATEMÁTICA

La poesía es, sencillamente, la forma más bella, impresionante y efectiva de decir las cosas.

MATTHEW ARNOLD

Las matemáticas son un lenguaje cuya importancia puedo explicar

mejor comenzando por contar una

historia bíblica bien conocida. Según el Antiguo Testamento, hubo una época en la que todos los pueblos de la Tierra

hablaban una misma lengua, lo cual los unía y facilitaba la cooperación entre ellos hasta tal punto que abordaron un proyecto colectivo para conseguir lo aparentemente imposible: construir una torre en la ciudad de Babel que pudiera llevarles hasta el cielo.

Fue un acto imperdonable de

soberbia y Dios se apresuró a descargar su cólera sobre los alegres pecadores. Les perdonó la vida pero no su lengua: como describe el Génesis 11:7, para desbaratar la empresa de aquellos blasfemos, lo único que necesitó hacer Dios fue «confundir su lenguaje, de modo que no entienda cada cual el de su prójimo».

Miles de años después seguimos balbuceando. Según los lingüistas, existen unas 1.500 lenguas diferentes habladas en el mundo actual. Y aunque nadie sugeriría que esta multiplicidad de lenguas es la única razón de que el mundo esté tan poco unido, ciertamente es algo que impide que haya una cooperación más estrecha.

Y nada nos recuerda más esta inconveniente realidad que las Naciones Unidas. A principio de los cuarenta, cuando se fundó, los funcionarios propusieron que a los diplomáticos se les exigiera hablar una sola lengua, una restricción que facilitaría las negociaciones y que

simbolizaría la armonía del globo. Pero las naciones miembro pusieron objeciones (cada cual resistiéndose a abandonar su identidad lingüística) de manera que se llegó a un término medio; a los embajadores de las Naciones Unidas se les permite hablar una de las siguientes cinco lenguas: chino mandarín, inglés, ruso, español o francés.

A lo largo de los años ha habido no menos de 300 intentos de inventar y promulgar un idioma global, el más conocido de los cuales fue el realizado en 1887 por el oculista polaco L. L. Zamenhof. La lengua artificial que inventó se llama esperanto y hoy la

hablan más de 100.000 personas en veintidós países.

Sin embargo, en razón de los millones que lo hablan con fluidez y de las consecuencias históricas de sus esfuerzos unificados, el idioma de las matemáticas es indudablemente el idioma global de más éxito que se ha hablado jamás. Aun no habiéndonos permitido construir una torre de Babel, sí ha hecho posible logros que en tiempos parecieron imposibles: la electricidad, los aviones, las bombas nucleares, el descenso del hombre en la Luna y la comprensión de la naturaleza de la vida y de la muerte. El tema de este libro es el descubrimiento de las

ecuaciones que, en último término, llevaron a estos logros tan fundamentales.

En el lenguaje de las matemáticas, las ecuaciones son como la poesía: establecen verdades con una precisión única, comportan grandes volúmenes de información en términos más bien breves y, por lo general, son difíciles de comprender por el no iniciado. Y así como la poesía nos ayuda a ver profundamente en nuestro interior, la poética matemática nos ayuda a ver mucho más allá de nosotros mismos: si no tanto como para llevarnos hasta el cielo, sí por lo menos hasta el mismo límite del universo visible.

Al intentar distinguir entre prosa y poesía, Robert Frost dijo una vez que un poema, por definición, es una forma concisa de expresión que nunca puede traducirse con absoluta precisión. Lo mismo puede decirse de las matemáticas: es imposible comprender el auténtico significado de una ecuación, o apreciar su belleza, a menos que se lea en el lenguaje deliciosamente caprichoso en el cual se escribió. Por eso precisamente he escrito este libro.

Cinco Ecuaciones Que Cambiaron Al MundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora