Cap. 2

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Mi familia fue llevada a casa a salvo, al llegar, el llanto y el dolor inundó la casa mientras la noticia era comunicada a los demás familiares, parte de ellos murió ese día. No, su corazón había sufrido heridas de gravedad y solo por el hecho de que les había dicho que vivieran, no pasaron cosas peores por el desgarramiento de sus sentimientos.

Por otro lado, en donde antes había sido una institución educativa ahora era una base temporal terrorista...

La bala, la cual se supone que habría volado mi cerebro, calló en el suelo acementado muy cerca de mi rodilla. Yo, con la cabeza baja abrí los ojos como platos mientras estaban a punto de soltar dos lágrimas que se sostenían finamente de las delgadas hebras de mis pestañas. El patrón de la armada terrorista había dado la orden de dejarme con vida.

No lo entendía, se supone que yo moriría por todos, se supone que con mi vida todos se salvarían,  ¿Acaso soy tan desgraciada como para no recibir perdón de Dios? ¿Yo he cometido tantos "pecados"? ¿Por qué?

–Ella luce interesante– dijo desde las sombras el patrón... –Ella es mía ahora, apártenla del resto– añadió.

En ese mismo instante las sirenas sonaron, alrededor de 20 a 30 patrullas rodearon el lugar en menos de medio minuto.... Estaban atrapados, no podían llevarse a los niños, por lo que para escapar, dejaron toda la "mercancía" y solo a mi me llevaron consigo.

La persecución por las calles de las patrullas y los vehículos terroristas era de alto riesgo, balas comenzaron a volar por todo el lugar y yo lo único que podía hacer es adoptar una posición fetal y ocultarme en el lado más seguro de la camioneta en la que iba, pero de todas formas, una bala atravesó el vidrio y me dió en el brazo... El dolor que sentí fue tan fuerte, que había callado mi gritar, la voz en mis cuerdas vocales desapareció; no se si fue parte de un ataque nervioso, pero la voz no me salia por más que tratara de gritar, mi sangre inundaba mi piel y teñía mi ropa de rojo. Mientras la persecución para mi dejaba de existir, además de no poder gritar, fue como si en ese tiempo el mundo se hubiera silenciado por completo, seguía moviéndose, pero no se escuchaba, era casi como una de esas películas sin audio... Pero esta era real.

Dos o tres camionetas fueron secuestradas por la policía, pero la mayoría logró escapar, después de una hora, las camionetas se detuvieron y los hombres comenzaron a bajar.

El mismo hombre al que le vendí mi vida me bajó de la camioneta. Yo estaba sin fuerzas si quiera para ver donde estábamos, había perdido mucha sangre, la cual corría por la herida.

–¡Ts! ¡Señor, han estropeado a la mocosa!– le grito al patrón.

El se acercó y me miro, observó la herida y luego le lanzó una mirada al hombre...

–Es tu culpa Athan, asegúrate de arreglarla–, dijo entre dientes el patrón...

–Si muere no será mi culpa, que quede claro– dijo el asqueroso hombre el cual no le importaba nada.

–Será tu culpa, pero no voy a lidiar contigo ahora, sabes que si lo hago te mueres– dijo alejándose el hombre el cual dirigía todo esto.

Este, quien parece llamarse Athan, me llevo a una habitación y me tiró allí. Estúpido, como no iba a morir si me dejabas allí entre la suciedad...

Pase allí al rededor de tres horas... Mi cuerpo temblaba entre largos intervalos, mi piel blanca se puso pálida y los minutos pasaban como milenios, la sangre corría y yo tenía mucho sueño. Si no se me hubiera ocurrido apretarme algo en la herida supongo que no hubiera vivido tanto, podía sentir como poco a poco mi alma se filtraba de mi cuerpo perdiendo la vida lentamente.

El Cartel Rojo: "Terrorista"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora