Era una noche de Diciembre bastante fría; una tormenta golpeaba fuertemente los ventanales de una casa tradicional-japonesa de grandes proporciones. En aquella tormentosa noche una pequeña pelirroja de 4 años esperaba preocupada a su padre sentada en el sofá de la sala; constantemente la pequeña miraba la puerta de la entrada esperando que su amado progenitor apareciera.
-Kaori –llamo a la pequeña una pelirroja adulta de ojos tan azules como el océano en verano- Ya Sora está dormido, deberías hacerlo tú también –dijo Kagura a su hija.
-Sora es un tonto, no le preocupa papá –hablo la pequeña con lágrimas acumuladas en sus pestañas.
-Claro que le preocupa –comentó Kagura sentándose en el sofá junto a su hija- Solo que él sabe que su papa es muy fuerte, y no hay tormenta de nieve que pueda dañarlo –intento tranquilizar a la pequeña.
-¡Pero mami! –exclamo Kaori lanzándose a los brazos de su madre.
La pequeña lloro durante largo rato sobre el regazo de su madre, cuando los espasmos del cuerpo de Kaori cesaron Kagura creyó que su niña estaba dormida; pero al separarla de su pecho observo que la más pequeña de la familia se resistía a dormirse.
-Está bien –suspiro vencida Kagura- Es un hecho que eres una Yato, más necia imposible –murmuro para sí misma- ¿Quieres un chocolate caliente?
-No me harás dormir con eso mamá –dijo la pequeña pelirroja con el ceño fruncido.
-No era mi idea –dijo para fingir que no había sido descubierta- ¿Quieres o no?
-¡Sí! –exclamo Kaori levantando ambas manos en señal de felicidad.
Mientras la pelirroja mayor se dirigía a la cocina para preparar el dichoso chocolate, Kaori volvió a su posición de vigilante en la puerta de entrada. La niña de verdad quería que su papa la arropara esa noche, como él lo había prometido durante el desayuno.
Flash Back
Las horas más escandalosas en aquella casa siempre eran las de comer y esa mañana no fue la excepción.
Kagura cocinaba un abundante desayuno, mientras que Sougo se vestía en la alcoba y los niños se peleaban en la sala por el control remoto de la televisión. Los gritos solo cesaron cuando Kagura llamo a todos a comer.
Sora se sentó en su silla rápidamente y Kaori copio la acción; pero debido a la baja estatura de la niña, esta quedaba con la barbilla pegada de la mesa y por ende no alcanzaba los cubiertos.
-Enana –molesto Sora a su hermanita.
-¡No soy enana! –chilló Kaori.
-Sí lo eres –volvió a molestar el niño.
-¡Mamá! –gritó Kaori para que su madre regañara al niño, pero Kagura había salido al jardín para alimentar a la mascota de Kaori.
-No molestes a tu hermana –dijo Sougo con voz profunda mientras entraba a la cocina, miro un segundo a la niña y notó el problema- Kaori, sabes que esa no es tu silla.
La pequeña infló sus mofletes y se cruzó de brazos; debido a la altura de la niña, ella aún era sentada en una silla alta que le mandaron a hacer, pero por las constantes burlas de su hermano Kaori no se sentaba más en su silla, a pesar de que le gustaba que su papá la cargara para ponerla en aquella silla.
-¡Ves! Eres una enana, aun necesitas silla para bebés –volvió a burlarse Sora.
-Dije que no molestaras a tu hermana –comento el castaño mientras ponía con levedad un grueso diccionario en la cabeza de su hijo para darle un "golpe".
ESTÁS LEYENDO
La China y el Sádico feroz *OkiKagu*
HumorUna noche tormentosa, una pequeña pelirroja de 4 años espera la llegada de su papá para que le arrope y le cuente una historia para dormir. Lamentablemente la nieve no permite la llegada del adorado padre de la pequeña, entonces su madre toma la res...