CAPITULO 3

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Yo me había convertido en padre y madre de un día a otro, me tocaba hacer el aseo, comida, les daba amor, los corregía del colegio como hacia mi padre con nosotros, yo me encargue de traer dinero a la casa, conseguí un trabajo en la FBI ayudaba y mucho ya que era muy bueno para eso, me daban un sueldo bastante grande, sabían que solo éramos 3 hermanos, y que nuestros padres no estaban, ya que habían muerto, Rubén estudiaba de mañana, yo cuidaba a Carlitos, luego en la tarde yo iba a la universidad hasta las 5 y luego iba a la casa, el FBI me llamaba a cualquier hora y yo iría, por eso el sueldo, los fines de semana, solíamos salir al parque, así fue durante 3 años luego tuvimos la plata suficiente para comprar una casa más a gusto, era de 2 pisos, tenía 4 habitaciones, 3 arriba y 1 abajo, tenía lo típico de una casa, cocina, sala, patio con césped, garaje, una terraza, un sótano, un ático, etc.

El día de la mudanza no teníamos muchas cosas las cuales transportar, solo eran: 2 colchones, y por lógica la estructura, una nevera, una estufa, un sofá (muy dañado, que debemos botar o regalarlo aunque da pena...), unos cuadros de mis padres, 6 platos y 10 cubiertos. En este momento hacia borrón y cuenta nueva para brindarle una mejor vida a los dos seres que me acompañan y los únicos con los que cuento; la casa cuando organizamos todo, se veía vacía, así que decidí vender la estufa, la nevera, la estructuras de las camas y el sofá, con eso y dinero que yo tenía, por haber resuelto el caso de quien cometió el homicidio a una persona muy grande en los negocios, se metió al culpable en la cárcel, el hijo del señor me dio mucho dinero, bueno me sobro dinero, por eso compramos una nevera grande, una estufa, un sofá y juguetes para Carlitos, cuando llegamos a la casa, era de noche y nos dimos cuenta de que Carlitos no tenía cuna para donde dormir, esa noche dormimos todos juntos en una habitación los colchones estaban en el suelo. A la mañana siguiente deje a Carlitos en mi colchón y a Rubén en el de él, mire y en un rincón había un caja llena de papeles, me tome el tiempo de leerlos uno por uno, eran notas de mi madre (su diario, nadie sabía de él ni siquiera mi padre), y cuentas por pagar, pero ya estaban pagadas, no éramos muy de billete pero nos manteníamos, en el diario leí:

¿ASESINO? Tal vez...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora