I SEMIRAMIS
- ¡Preparados para descender!Al oír al piloto del Bell 212 estas palabras a través de los cascos me los quito, me coloco el protector dental, me acerco a la puerta abierta, coloco mi fusil Cetme LC en una posición cómoda hacia mi espalda y me sujeto a la cuerda que el auxiliar del aparato acaba de arrojar. Hacer un fast rope desde un helicóptero es una acción bastante divertida si lo haces una tarde soleada sin viento y en una playa cualquiera de cualquier parte de Europa; cuando vas a hacerla de noche, con viento, en medio del atlántico para abordar un carguero en el que podría haber unos quince o veinte tripulantes que podrían ser hostiles la cosa ya no tiene tanta gracia. Como siempre he decidido ser el primero en descender por mi cordada; prefiero que me disparen por cagarla yo que porque el que haya descendido antes vaya y la cague. Soy así de especial. Como siempre a nadie le ha molestado.
No lo piensas demasiado; empiezo mi fast rope y en cuestión de nada ya me encuentro sobre la cubierta del carguero; nosotros vamos a asegurar el castillo de popa y con él, el puente de mando. Dicho así la cosa es bien sencilla; el problema se presenta para hacerlo. Tan pronto pongo las dos botas sobre la cubierta me suelto de la cuerda y rápidamente me hago con el fusil. Es un movimiento rápido que he mecanizado en mi interior a base de repetirlo sistemáticamente en cientos de adiestramientos hasta que lo haces casi como si hubieras nacido haciéndolo. Me separo un par de pasos de la cuerda; lo justo para que mi socio; Sánchez; llegue a cubierta. Detrás de el baja "Chano", es nuestro tirador cuando hace falta un tirador de elite; hoy no será el caso. Tras el mi cuarto hombre; Robles; el sanitario de nuestra unidad. Nunca un médico de verdad se debe de haber visto en las que se ve el con nosotros; que suerte tenemos.
Ya está; somos ocho hombres sobre el castillo de popa; hay otros ocho que han descendido del otro Bell 212 sobre la proa. La cosa es bien sencilla; nosotros desde atrás vamos a ir un equipo; el mío; hacia el puente de mando. El otro hacia los camarotes. Los del grupo de proa un equipo ira hacia la sala de máquinas y el otro hacia las zonas de carga. Dicho así; suena muy fácil. Abrimos la escotilla de acceso, prudencia ante todo, al otro lado no hay nadie. Entramos y aseguramos la zona de pasillo. Avanzamos un par de metros y tropezamos el primer camarote; el del capitán. Sánchez abre la escotilla y "Chano" encañona el interior. El capitán; que estaba apuntando algo en el diario se gira y se sorprende de nuestra presencia. Al menos supongo que se sorprende al ver su cara. Desde luego yo me sorprendería de ver abrir la puerta de mi camarote y entrar por ella a tres tipos vestidos de negro y armados hasta los dientes; y creo que mi cara se parecería a la de este pobre hombre. Le hablo en inglés; según inteligencia el tipo es filipino:-Spanish Navy. Put the hands in the air. (Armada Española. Levante las manos.)
El capitán obedece sin discutir; el poder de convicción de dos Cetme LC apuntando a un ser humano es algo que siempre me sorprende. "Chano" lo registra rápidamente antes de ponerle unos grilletes de nylon.
- Let's go to a control. Guide us. Now! (Vamos al Puente de mando. Guíenos. ¡Ahora!)
La cosa empieza a ponérsenos de cara; tenemos al capitán del barco; solo falta controlar el propio barco. Y el SEMIRAMIS tampoco es que sea el TITANIC. Por primera vez desde que salimos de la cubierta de helicópteros de la REINA SOFIA, empiezo a ver que esto puede salir de puta madre. Por la radio oímos novedades mientras avanzamos, el equipo cuatro ya está en la bodega y han capturado a otros tres tripulantes que "dormían la guardia" en ella. La cosa va de cine, vaya. Nos movemos con presteza; empujando al capitán que nos hace de guía. Tras cuatro escotillas entramos en el puente de mando y con la misma sutileza que empleamos anteriormente con el capitán invitamos a los dos tripulantes de la guardia a levantar las manos. "Chano" los registra tan rápido como registro antes al capitán y los engrilleta tal como hizo anteriormente con el propio capitán. No puedo creérmelo; tenemos el puente. Sin esperar demasiado lo comunico por radio
- Uno a mando. Puente de mando asegurado.
- Mando a uno. Recibido.
Libero las manos al capitán; le miro a los ojos y le ordeno
- Turn off the machines now. (Detenga los motores ahora)
El capitán obedece la orden sin rechistar. Por su expresión sospecho que no tiene ni idea de lo que está pasando pero; como dije anteriormente; un fusil Cetme apuntándote suele ser motivo de convicción suficiente para obedecer lo que te ordenen. Las maquinas se paran. Momentos después, el equipo tres comunica que controlan las maquinas con su personal. Miro a mí socio; Sánchez; y le digo:- Vete con "Chano" y échale una mano a Busta con los camarotes.
Sánchez asiente, le hace un gesto a "Chano" y los dos salen del puente mientras avisa por radio a nuestro compañero y amigo de que se dirigen a reforzarles. Tras catorce intensos minutos, el SEMIRAMIS es nuestro. Todos los ocupantes del carguero se encuentran en cubierta; con sus grilletes puestos, de rodillas y separados entre sí. Tenemos dos hileras. Me vienen a la mente imágenes en blanco y negro cada vez que tenemos así a algún grupo de prisioneros. Sin perder a los prisioneros de vista pregunto:
- ¿Están todos?
- No hemos encontrado a nadie más.Me responde Sánchez. Los cuento, dos hileras de a nueve, las matemáticas nunca fueron mi fuerte pero está claro que tenemos dieciocho. Saco del bolsillo de mi pernera izquierda el sobre que me entrego en su momento el comandante García-Amado; nuestro mandamás; y saco del mismo las dos fotografías que contiene. Localizar a los dos individuos que aparecen en ellas no debería ser demasiado problema; teniendo en cuenta que según parece van a ser los únicos no filipinos del barco; pero claro; hay que ver si son los que buscamos.
Enfoco una a una las caras de los prisioneros con mi linterna. Tras seis filipinos una cara occidental; me detengo. Levanto la fotografía y la pongo al lado de la cara, enfoco bien con la linterna cara e imagen para poder verificar que coinciden. Identificación positiva. Hago un gesto y uno de mis compañeros separa al primer prisionero del resto. Sigo buscando; tras otros cuatro filipinos y ya en la segunda hilera tropiezo otro rostro occidental. Cosa rara, busco un rostro sudamericano. Este evidentemente no me coincide con la fotografía que tengo:
- Usted – Le espeto- ¿Quién cojones es?
El tipo no contesta; por su cara creo que me ha entendido.
- ¿Hablas mi idioma? Sigue callado como un muerto.
- You speak English? (¿Hablas Ingles?) Nada, como quien oye llover.
- Separadme al mudo de los cojones también. Sigo a lo mío. El penúltimo rostro es el que ando buscando; me mira con cara de prepotencia y chulería. Hago el mismo gesto que con el primero. Lo levantan y se lo llevan. Recojo las dos fotografías en su sobre; guardo el sobre en el mismo bolsillo del que lo saque; asigno a cuatro hombres a custodiar a los prisioneros y nos preparamos para esperar. Soy curioso por naturaleza; y la verdad es que me pregunto quién será y que hace en este barco el tercer individuo. Pero bueno, tampoco es que me preocupe demasiado. Al fin y al cabo ya se lo contara a quien se lo tenga que contar, o igual no; pero vamos, al fin y al cabo eso no es problema mío. Nuestro trabajo está hecho y después no nos van a contar nada; así que de regreso a San Fernando y tan contentos. Después de todo, esta es nuestra rutina. Y hoy volvemos todos y además enteros. Toca fiesta seguro.
Serán alrededor de las siete de la mañana; hace un rato que ha amanecido; cuando llega una embarcación de vigilancia aduanera, junto con una lancha de la armada. El barco de los de aduanas se pone al costado y se amarra al SEMIRAMIS mientras un grupo de unos doce hombres sube al carguero. Sánchez y yo estamos fumando junto a la escala de popa; que casualmente es por donde sube todo el personal del SVA. El que evidentemente está al mando saluda y pregunta por mí; en realidad pregunta por quien está al mando que viene a ser lo mismo.
- Cabo primero Cruz. Usted dirá.
- Tomamos el control del SEMIRAMIS.
- Todo suyo compadre.
El oficial de aduanas me mira como si esperase que le diera las gracias o que le pusiéramos un lazo al puñetero carguero; cuando la realidad es que estábamos deseando emplumarle el marrón del puto barco al primero que se presentara. Aunque fuera la real armada de Marruecos. Ordeno a mi gente que recojan y se dirijan a la escala de proa; donde se ha amarrado la lancha de la armada. Mientras nos dirigimos hacia la proa Sánchez y yo vamos hablando; como hacemos cada vez que terminamos el trabajo. Hoy toca hablar de futbol:
- ¿A qué hora es el partido?
- ¿Qué partido? – La verdad es que no le hago mucho caso al futbol pero; eso sí; del Atleti hasta donde haya que llegar.
- Joder tío; el Barça – Atleti. Que no te enteras de cuando juegan nuestros equipos.- Me entero de cuando "jugamos" nosotros; que es lo importante.
- Eso es cierto. De estos "partidos" te enteras siempre. – Hace una pausa, sorbe por la nariz y termina. – Para nuestra suerte nos enteramos siempre.
- Y siempre llegamos puntuales.
Tras decir esto chocamos los puños y los dos acabamos con cierta nostalgia diciendo al unísono - Valientes por tierra y por mar.
Empezamos a bajar la escala de proa después de asegurarme de que todos los demás han empezado a bajar. Salimos del SEMIRAMIS y volvemos; durmiendo como bebes; a la base de Rota. Misión cumplida.
ESTÁS LEYENDO
Cuentos del TEAR
ActionCuentos del TEAR es una serie de relatos que nos llevan junto a una unidad del SERECO del Tercio de Armada de la infantería de marina española a varias de sus acciones. Algunas de ellas son sucesos reales ocurridas realmente a la infantería de marin...