II- Ella

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Ella no era la mejor en los temas relacionados con romance.

Decían que era por su falta de encanto.

Ella en realidad pensaba que todos eran demasiado blandos.

Por eso siempre le preguntaban que siendo ella tan... ella ¿cómo podía ser repostera? Simple; a Charity Blu le encantaba la dulzura.

Ella no comprendía porqué uno debía ser específicamente dulce en carácter y comportamiento para que le gustará la dulzura de los postres y pasteles. Todos, de una forma u otra, tenían algo de dulzura en sus vidas, en su caso ella la hacía. Así es como nació su hermoso Sweet Rose. Era su mundo, y su mundo junto a su falta de sensibilidad terminaron con la relación que mantenía con Carlos Ronson, su ex socio económico y actual competencia en el negocio pastelero.

- Triny, ¿estamos listas para abrir?

La castaña llegó hasta ella ajustándose el delantal.

- Si, señorita Blu.

Vio en la mirada de la chica una chispa de emoción combinada de nerviosismo.

- ¿Te haz puesto un nuevo maquillaje, Rin?

Su empleada se sonrojo y habló lo más digna que pudo.

- Si...es un nuevo color que mi hermana me ha regalado...¿me queda bien?

Blu le sonrió. Ella sabía que no era nuevo. Recordó que para una de las fiestas de aniversario de Sweet lo había usado y la joven asistente le comentó en aquella ocasión que sólo se lo aplicaba en ocasiones especiales. Apostaba que la ocasión especial de este momento era la llegada de Sir Hader. Ese hombre traía locas a todas sus chicas.

- Te queda lindo.

Triny le sonrió ampliamente agradecida y con pasitos emocionados abrió las puertas del local. Negó divertida; ella no le cortaría su rollo, después de todo ¿qué sabía sobre las reglas del coqueteo y el amor espontáneo? Se sorprendió recordando como Carlos se había fijado en ella y como al final habían terminado.

-·-

Tiró enojada los papeles de finanzas frustrada. No podía creer que le fueran a cerrar Sweet Rose, simplemente no podía. Su trabajo, su mundo, se venía abajo por unos simples meses de retraso. Maldito Carlos, sabía que no debía dejar que él arrendará el lugar a su nombre.

Eran las ocho de la tarde: hora de cerrar.

-·-

5 mensajes sin leer.

Bufó al ver la barra de tareas de su celular. Ella sabía perfectamente a quien pertenecían aquellos mensajes. Trató de ignorarlos, pero su curiosidad le estaba ganando. Tomo el aparato tecnológico y lo tiró contra el sillón. Ella no era débil, no lo es.

Luego de este violento acto, camino en círculos. No hacía más que pensar en las deudas, en su Sweet, en su desgraciado e inmaduro ex novio y ex socio, y su teléfono celular no ayudaba; no dejaba de sonar. Cansada y con un colapso mental se tiró a la cama. El pedazo de tecnología no dejaba de sonar. Aburrida y harta se levantó, tomo el celular, lo desbloqueo y, en los contactos, apretó en donde decía <<Carlos (hijo de su papaya)>> para bloquear sus mensajes y llamadas.

Sonrió triunfante; ella era una genio, ¿cómo no se le ocurrió antes?

Por fin ya no sonaba.

Lady [Agrio pero dulce #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora