Capítulo Séptimo: "¿El Final?"

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"He vencido a no la muerte, al dolor, a la vida, al amor e incluso a la eternidad. Soy libre y ya nada puede detenerme."
Un pensamiento tan oscuro para romper el silencio de una mente desquiciada. "Ella" y su creadora comparten la misma mente y el mismo pensamiento como si fuesen dos caras de una misma moneda, pero que tras haberla lanzado al aire, ésta cayó de canto y he ahí sus limitaciones, una quiere volver a vivir y la otra intenta "asesinar" a su auto proclamada némesis de existencia.
Al finalizar su tétrica conversación frente a un sucio y viejo espejo de pared, la jovrn se siente vigorosa e impaciente de volver a su espera, pero siente además un apetito voraz que no sentía hacía mucho tiempo y decide esperar a su amor con una buena comida anhelando que llegase el día ta esperado.
Al llegar a la playa, ya casi de madrugada, los primero rayos de sol que chocan y parten en ligeras y pequeñas nubes la drnsa niebla, le permiten ver algo a orillas del mar, de lejos solo se ve un trozo de madera, pero al acercarse, ese trozo de madera va tomando forma de balsa, y al estar cada vez más cerca, distingue ropas en su fondo, pero al ponerse de pie junto a la balsa, puede ver un joven tendido, demacrado, deshidratado y casi completamente azul debido al frío. "Ella" tiene un sentimienyo de desagrado y rechazo, sabe que si realmente se encuentran, corre un peligro aún más temible que el olvido mismo.
"Despierta, por favor, despierta, resiste, yo te ayudaré. "
Su instinto la lleva a revisar sus signos vitales y su temperatura. Aún vive, pero su calor se desvanece. Con fuerza casi sobrehumana, emergente de su esperanza creciente, consigue llevarlo hasta su casa donde lo recuesta luego de quitarle sua húmedas y desgastadas ropas. Enciende una chimenea que no había sido usada en décadas y que, casual y afortunadamente, se encontraba a un lado de la cama. Prepara un caldo para sentarse a su lado a cuidarlo y esperar que recobre el conocimiento, rogando que quizás su aroma pueda alentarlo a despertar.
En su inconsciencia y sueño, él comienza a mostrar signos de mejoría, el azul frío de su rostro comienza de poco a cambiar a un rosa cálido. Sus sentidos comienzan a funcionar y un delicioso aroma llama su atención. Entre sueños sólo alcanza a pensar:
"Huele delicioso, mi boca se hace agua, hace bastante que no siento tantos deseos de devorar una comida, aunque haber pasado tantos días de hambre podrían estar haciendo que alucine... solo espero despertar y encontran por fin esa playa y aquella mirada que tanto anhelo."
Esa misma noche, y luego de vrlar por su salud durante todo el día, la joven acomoda un viejo colchón a un lado de la cama y se acuesta intentando conciliar el sueño.
"¿De veras piensas que es él quien te regalo su mirada?"
"Sí, es él, y llegó hacia mí como lo habia prometido."
"Él es solo alguien que el destino puso en tu camino para probar tu conviccion, ni siquiera es real, lo sabrás al despertar."
Esa noche fue una de las más largas en su mente, aún estando dormida seguía pensando en sus propias palabras.
En uno de sus sueños, que ella consideraba una pesadilla, podía verse a sí misma saliendo del espejo y flotar hacia la cama, tomar del cuello a su amor y regresar al espejo llevándolo consigo hacia la eternidad.
En otro sueño podía verse a ellos dos disfrutando de un paseo por la playa, riendo y conociendo la felicidad, pero de pronto el solo se apagaba y se teñía carmesí el arena a sus pies ahogando a su amor mientras ella veía de lejos a su razón de existir esfumarse como espuma cochando en las rocas.
Al día siguiente, casi a horarios del mediodía, la luz entra por la ventana y acaricia sus ojos llamándola a despertar. Se llevó una gran sorpresa al descubrir que ya no estaba sola a la par de la cama, estaba junto a él, abrazándolo, calentando su cuerpo tendido y visiblemente mejorado y disfrutando de la compañía. Tan cálido y seguro era su abrazo que todo malestar que agobiaba al joven parecía desvanecerse dibujando en su rostro una sonrisa.
No quiso separarse de su lado, quiso que ese instante fuera eterno, aunque fuese el último.

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