MALEC One Shots

Néfilim estúpido

Alec estaba muy nervioso esa noche, ni siquiera recordaba las excusas que había utilizado para salir del Instituto, pero era tan malo para eso que le dijo a todos diferentes cosas; también en caso de que Jace lo buscara, puso almohadas en su cama para que pareciera que estaba dormido, pero no dejaba de tener esa sensación de que todo podía salir mal.

—Cálmate, cariño —Magnus pasó un brazo por encima de Alec. — todo saldrá bien.
—¿Cómo sabes que estoy despierto? —preguntó, ya que estaba de espaldas al brujo.
—Te conozco —Alec podía sentir como sonreía.

Al ver que el néfilim no se calmaba, Magnus hizo que se volteara hacia él para mirarlo a los ojos. Magnus adoraba esos ojos.

—Alexander, duerme.
—Bien, bien.

Alec se recostó en la almohada y Magnus sobre su pecho desnudo, dejando ver aquellas cicatrices que el brujo ya conocía de memoria.

* * * * *
Magnus no tenía idea de la hora que era pero algo lo había despertado; un ruido sordo, cerca, hizo que sus sentidos se pudieran alerta. Tardó unos segundos en despertar por completo y darse cuenta de que Alec no estaba en la cama.

Se levantó y pensó en salir a buscar al cazador de sombras; tal vez había querido volver al Instituto antes de que alguien notara su ausencia, o tal vez...

Magnus tropezó con algo cuando se dirigía a la salida de la habitación. Creyó que era la cobija hecha un bulto que se había caído, hasta que escuchó una queja.

—... ¿Alec?
—Hmmm
—Maldita sea, me asustaste.

Alec se removió entre las cobijas y destapó su cara para mirar a unos interrogantes ojos de gato. Sin dejarse ver del todo para cubrir su rubor.

—Alec ¿qué estás haciendo ahí? —Magnus no pudo contener la risa y seguía tumbado en el suelo junto a su novio.
—Yo... estaba... buscando algo.
—¿Te has caído de la cama?
—...Si

Alec no pudo evitar reírse pues las risas del brujo eran contagiosas. Cuando pudo calmarse le lanzó una almohada a Magnus.

—Deja de reírte —dijo tratando en vano de ocultar una sonrisa
—Eres adorable.

Magnus se limpió una lagrima. Después levantó su mano e hizo que de ella salieran chispas azules, para darle un poco de luz al nefilim, y poder salir de entre todo el desastre y volver a la cama. No sin antes darle un largo beso, todavía entre risas.